En la más reciente versión de la encuesta Gallup, que periódicamente mide la percepción ciudadana ante diversos temas de interés nacional, el tema drogas aparece como el peor atendido por el gobierno, con un creciente índice de desaprobación.
Apenas el 17.7 % (26.8% en la anterior), tiene buena percepción de la atención gubernamental, mientras crece la desaprobación a 68.7%, frente a 54.4%, de la versión anterior.
Estos datos son indicadores contundentes de lo que por muchos años hemos denunciado desde Casa Abierta. A nuestros gobernantes parece no preocuparle el crecimiento del tráfico y consumo de las drogas en nuestra sociedad, a pesar de los frecuentes alardes y declaraciones de éxito, que nadie cree. En materia de drogas, las acciones del gobierno dominicano, siguen siendo peores que el problema que dicen enfrentar. En el tema del tráfico y consumo de drogas el gobierno dominicano reprueba de nuevo.
La realidad por supuesto es mucho más grave que lo que puede reflejar cualquier estudio. La ciudadanía ve como frecuentemente se hacen públicos casos de drogas en los que participan personas vinculadas a una lucha que solo sirve para generar grandes fortunas. Fortunas ilegítimas generadas por corrupción, violencia, extorsiones, abusos de poder, chantajes, y la criminalización a las personas más pobres, especialmente a los jóvenes de las comunidades más vulnerables.
En nuestro país lamentablemente el llamado “liderazgo nacional” ha comprado el discurso de los sectores más conservadores, que en el mundo mantienen esquemas sociales injustos, y con el tema de las drogas hacen lo mismo. Así aceptan como buena y válida una visión equivocada sobre este fenómeno de las drogas. Esto es lo que conduce a tener como política el recurso del miedo, y como modelo de intervención solo acciones ultrarepresivas, que se evidencian ultracorrompidas, de espaldas al debate internacional que recomienda el abandono de la mal llamada “guerra contra las drogas”.
El pírrico desempeño del gobierno en materia de drogas es una consecuencia directa de seguir desdeñando las buenas prácticas frente a este problema. De seguir aplicando un modelo atrasado que criminaliza a las personas usuarias, a quienes trata con la llamada “mano dura”, mientras negocia con los verdaderos culpables, aplicando sentencias benévolas, y reconociendo riquezas obtenidas del negocio ilegal de las drogas.
Esta creciente desaprobación debería mostrarle a nuestros gobernantes que hay una sociedad que sí se preocupa, por lo que ve está ocurriendo en el país. Deben hacer conciencia de que hay que cambiar hacia un modelo que pueda enfrentar con éxito el fenómeno del tráfico y uso de drogas, que genera sufrimiento en las personas, la familia y toda la sociedad, afectada por ese inocultable problema social. Son muchos los países que hoy desarrollan nuevas estrategias más humanas, de menores costos sociales y económicos.
Nuestros gobernantes deben entender que la sociedad espera que se ocupen del problema de las drogas, desde perspectivas actuales, con políticas realistas. Con estrategias basadas en las más actuales recomendaciones y estudios internacionales, pero especialmente centrada en las personas, masificando las medidas preventivas, y atendiendo a quienes ya sufren dependencias. Desde Casa Abierta nos preguntamos ¿Cuánto más daños tenemos que esperar para que nuestro país enderece el camino frente al tema de las drogas?
Juan Raddamés de la Rosa Hidalgo/Casa Abierta
Psicólogo
Director Ejecutivo