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Opinión | Orlando Barría/Fotoreportero

El doctor me reconoció en el Lobby, se acercó y me dio un apretón de manos. Fue algo muy extraño, pues hace dos meses que no saludaba de mano a nadie. Tras el saludo, me roció un líquido y dijo “no hay que tener pánico a algo que resuelves con agua y jabón”.

Ayer tuve la oportunidad de recorrer el CECANOT, uno de los principales centros de atención a pacientes de COVID-19 de la República Dominicana. Todo inició con un largo, lento y muy cuidadoso proceso de protección.

Primero, botas quirúrgicas para cubrir los zapatos. Después puse las piernas dentro de unas bolsas de bioseguridad, las cuales encintaron completamente hasta las rodillas, y luego por separado, otra vez el mismo proceso, para completar tres capas de protección. Después vinieron los guantes de nitrilo, más gruesos y seguros que los de látex, y varias vueltas de cinta en cada muñeca.

Posteriormente me pusieron una bata azul de cirugía de mangas largas y puños, y nuevamente otro par de guantes de nitrilo que fueron muy encintados sobre los puños de la bata. A eso le siguió una mascarilla quirúrgica la cual iba pegada con cinta adhesiva sobre la nariz y pómulos, y encima de ella una mascarilla 2212-N95.

Después las Gafas Goggles antisalpicaduras y por último el traje blanco de bioseguridad con mucha cinta adhesiva en todos los bordes del gorro, en las muñecas y a lo largo de todo el cierre. Antes de ingresar me preguntaron si quería envolver las cámaras y si al final del recorrido las desinfectaban con “Killer”. No lo dudé. Mejor desinfectarlas al final.

Un grave problema que tuve, fue que las gafas se fueron empañando drásticamente durante el recorrido, y obviamente ya no existía ninguna forma de solucionarlo, por lo que mi visibilidad se fue limitando. La luz no fue problema, porque era pareja, pero para encuadrar y enfocar era complicado porque no se distinguían con nitidez las figuras.

El recorrido fue absolutamente por todas las áreas, comenzando por Cuidados Intensivos, Recuperación, Farmacia, zonas de descanso, etc. Hablé con varios médicos y también con varios pacientes, y pude conocer como estos profesionales entregan mucho más de lo que se les pide.

Tras casi dos horas en el lugar y antes de salir, una joven con un rociador va desinfectando absolutamente cada parte de las distintas capas de protección a medida que me las iba quitando, incluidas las cámaras. La verdad es que uno sale muy seguro de ahí. Si un día doy positivo, no será por haber estado en un centro como éste.

CECANOT tiene capacidad para 40 camas, cada una con ventilador, casi todas ocupadas.
Para atender a los enfermos del virus hay disponibles 63 médicos y 120 enfermeras, además de varios estudiantes de término de medicina. Unos 200 profesionales para atender a 40 pacientes.

«La unidad de COVID-19 de Cecanot ofrece un estándar de seguridad y atención al paciente que nada tiene que envidiar a países de mayor desarrollo que la República Dominicana, según constató Efe en una visita girada al lugar este viernes”.  Así es como comenzaba nuestra nota de la Agencia EFE, que fue reproducida por diversos medios.

Mis agradecimientos al doctor Darvy Tavéras y al director del Cecanot, Federico Núñez, por todas facilidades y el acopañamiento. También al Servicio Nacional de Salud por autorizar el acceso.   

(«Killer» le llaman al líquido que usan para desinfectar los quirófanos. Antes de irme, el director del hospital me regaló una botella para que limpie mi equipo tras cada cobertura).

Experiencia de Oralando Barría, fotógrafo chileno de la agencia EFE durante un reportaje realizado en la Unidad de Cuidados Intensivos para COVID-19, habilitada en el Centro Cardio-Neuro Oftalmológico y Trasplante (CECANOT). 

Nota. Consideramos importante que se conozca más sobre este excelente  ser humano primero y luego reportero gráfico 

Orlando Barría, nace en Punta Arenas, Chile. Actualmente trabaja como corresponsal para EFE, con base en República Dominicana. Barría realizó sus estudios profesionales de fotografía en Santiago (Chile), y posteriormente trabajó en los diarios La Epoca, El Metropolitano y El Mercurio.

Desde el año 2002 vive en la isla La Hispaniola, que comparten República Dominicana y Haití, donde principalmente se desarrolla su trabajo, aunque también ha realizado coberturas de eventos en países de la región, tales como Jamaica, Trinidad y Tobago , Saint Kitts y Nevis, Bahamas, Puerto Rico y Cuba.

En el año 2003 obtuvo el primer lugar en el Premio Nacional de Fotografía de Prensa (Chile), en el año 2008 el premio especial del XII Luis Valtueña, Médicos del Mundo (España), y en 2011 ganó la categoría fotografía en Bienal de Artes Visuales de Santo Domingo (República Dominicana).

Sus fotografías han sido publicadas en importantes medios internacionales tales como: The New York Times, Time Magazine, Stern Magazine, New York Post, Photo Maganize, Le Monde, Miami Herald, The Guardian, El País.