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Opinión | Amy Goodman y Denis Moynihan:

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, violó la ley el miércoles cuando aterrizó en el Aeropuerto Internacional Hartsfield Jackson de Atlanta y saludó gente sin usar tapabocas. La alcaldesa de Atlanta, Keisha Lance Bottoms, declaró a la cadena informativa MSNBC:

“Donald Trump está realmente violando la ley al estar parado en la pista de nuestro aeropuerto sin tapabocas”.

La alcaldesa, su esposo y uno de sus hijos están cumpliendo aislamiento domiciliario desde que se confirmó su diagnóstico positivo de COVID-19. El rechazo a usar tapabocas por parte de Trump define su mala gestión de gobierno, que condujo a Estados Unidos a enfrentarse a una catástrofe de salud pública.

La respuesta de Trump a la pandemia ha sido cínica y letal. Mientras predice que la pandemia simplemente un día “desaparecerá”, ni siquiera ha podido dar el ejemplo con el simple uso de un tapabocas. Tanto él como sus discípulos partidarios, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, el gobernador de Texas, Greg Abbot, y el gobernador de Arizona, Doug Ducey, entre otros, rechazan con orgullo medidas de sentido común que podrían salvar vidas. El gobernador republicano de Georgia, Brian Kemp, anuló las disposiciones locales de uso de tapabocas el miércoles por la noche. Gracias a Trump, Estados Unidos ahora es sin duda el número uno en el mundo; esto es, número uno en la cantidad de contagios y muertes por COVID-19, sin que haya una salida a la vista.

Trump usó tapabocas en público el pasado fin de semana en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed, donde estuvo acompañado por una falange de oficiales militares también cubiertos con tapabocas. Fue un lugar apropiado para el único uso público de tapabocas por parte de Trump hasta la fecha. El comandante Walter Reed era un cirujano del ejército al que se le atribuye haber demostrado, en 1900, que los mosquitos transmiten la fiebre amarilla, una enfermedad epidémica letal que había afectado a la humanidad durante al menos doscientos años. La evidencia científica de Reed condujo a medidas preventivas simples, como el uso de mosquiteros, que efectivamente contuvieron la fiebre amarilla.

Más de un siglo después, la respuesta federal a la pandemia de COVID-19 no está siendo orientada por la ciencia sino por Trump. El diagnóstico no es bueno. El doctor Robert Redfield, director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), expresó el martes pasado: “Creo que la temporada de otoño e invierno de 2020 y 2021 será probablemente uno de los momentos más difíciles que habremos experimentado en la salud pública estadounidense”. Redfield es coautor de un editorial en la revista de la Asociación Médica Estadounidense que hace un llamado al uso universal de tapabocas: “La población necesita mensajes consistentes, claros y convincentes que normalicen el uso de tapabocas en la comunidad. La adopción generalizada de coberturas faciales de tela es un deber cívico, un pequeño sacrificio”, escribió.

Trump ha estado brindando un mensaje consistente, solo que totalmente errado. En Tulsa, Oklahoma, en su primer mitin de campaña desde que comenzó la pandemia, Trump se negó a usar tapabocas, como la mayoría de quienes estuvieron en el evento.

Poco después, miembros del personal de la campaña y agentes del Servicio Secreto dieron positivo al test. Algunas semanas después, Oklahoma registró un aumento récord de casos de COVID-19, que ahora incluye al gobernador republicano Kevin Stitt, el primer gobernador de Estados Unidos en dar positivo. El gobernador Stitt también estuvo sin tapabocas en el mitin. También el ex candidato presidencial republicano Herman Cain, afroestadounidense de unos 70 años de edad y sobreviviente de cáncer participó del mitin sin usar tapabocas. Cain contrajo COVID-19 después del acto de Oklahoma y ha permanecido hospitalizado durante semanas. El proyecto de recopilación y análisis de datos sobre la pandemia The Color of Coronavirus informa que la tasa de mortalidad por COVID-19 para afroestadounidenses es aproximadamente 2,3 veces mayor que la tasa de mortalidad de los blancos.

Un modelo predictivo de la Universidad de Washington estima que el uso casi universal de tapabocas podría salvar hasta 28.000 vidas en Estados Unidos antes del 1 de octubre. La higiene de manos, el distanciamiento social y una exhaustiva aplicación de testeos, rastreo y aislamiento de personas con COVID-19 positivo salvarían más vidas. Llevamos más de cinco meses de pandemia. Es difícil creer que continúe la escasez de pruebas de diagnóstico y de equipos de protección personal.

El Dr. Ali Khan es un epidemiólogo que actualmente se desempeña en la Universidad de Nebraska y anteriormente estuvo a cargo de la reserva nacional estratégica de suministros médicos de emergencia como alto funcionario de los CDC. En una entrevista para Democracy Now!, el doctor sostuvo: “Creo que todo el gobierno tiene sangre en sus manos: 136.000 muertes, muertes prevenibles, una tragedia. En los países que tuvieron éxito [contra la pandemia], todos y cada uno de los políticos, independientemente de su partido, siguieron a la ciencia. Todos dijeron: ‘Usen tapabocas’. Sin controversia. Todos lo usaban. Y tienen la enfermedad bajo control. Debemos revisar esto nuevamente en todos los niveles políticos: a nivel local, estatal y nacional. Usar tapabocas. Esa es una de las cuatro estrategias que nos sacarán de este lío. Así que necesitamos que todos lo usen”.

Trump decidió mudar la Convención Nacional Republicana de la ciudad de Charlotte después de que el gobernador demócrata de Carolina del Norte no autorizara la realización de un mitin masivo en un espacio cerrado sin que se garantizara el uso de tapabocas y el respeto del distanciamiento social por parte de los participantes. Está programado que la convención de finales de agosto se realice en Jacksonville, Florida, donde los casos de COVID-19 están en alza. “Se está considerando tener la convención en un ambiente al aire libre”, declaró el vicepresidente Mike Pence a la prensa. El alcalde de Jacksonville actualmente está en cuarentena autoimpuesta, y un creciente número de destacados senadores republicanos ya anunciaron que no van a participar de la convención.

Donald Trump dijo que se puso tapabocas en el Centro Walter Reed porque era un hospital. El presidente debería ver a todo el país como un hospital, seguir a la ciencia e imponer una disposición nacional de uso obligatorio de tapabocas. Así, miles de estadounidenses podrían salvarse del sufrimiento y la muerte innecesarios.