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Opinión | Amparo Chantada/Arquitecta y analista social

El Estado dominicano, a través de sus Ministerios de Salud Pública y Medio Ambiente, tiene un reto impostergable: debe asumir la supervisión de la calidad de las aguas, de toda la zona noroeste de RD afectadas por el uso industrial de la Barrick.

Debe asumir responsablemente sus obligaciones con las poblaciones, su salud, la producción agrícola (arroz, granjas, factorías) y la biodiversidad desde Hatillo, Cotuí, el Bajo Yuna y la Bahía de Samaná.

 

El equipo que realizó el EIA de las actividades programadas por Placer Dome, asumió responsablemente su ardua tarea, previendo, a pesar de la confidencialidad de algunos aspectos técnicos, los impactos peligrosos sobre las aguas de toda la región. Con las poblaciones afectadas: En el plan de manejo socio ambiental que asumió la empresa Placer Dome, antes de ceder sus propiedades a la multinacional Barrick, había un plan de compensación por impactos definitivos a las poblaciones afectadas por un obligado traslado. La población de El Llagal esperaba desde muchos años su traslado, desde la Rosario Dominicana, ya que se había murmurado que, en el arroyo El Llagal se construiría la nueva presa de cola. Con mucha profesionalidad, se evaluaron los bienes muebles e inmuebles, sabiendo que las parcelas de cacao eran bienes ancestrales de las cincuenta familias que ahí sobrevivían. Se evidenció para el equipo técnico que frente a la magnitud de la presa de cola, era obligatorio trasladar también otros dos parajes: Los Naranjos y Las Lagunas. La dirección de Placer Dome negó la necesidad de tal traslado que hoy se revela obligatorio.

Con las aguas de toda la región: también, señalamos a Placer Dome nuestra preocupación por la calidad de las aguas de toda la zona, en particular las del río Yuna represado en Hatillo y que Barrick iba a usar en su proceso industrial, pero sobre todo por la construcción de la presa de cola sobre el arroyo El Llagal, afluente del Maguaca y ese del Chacuey y ese del Yuna. Pero ahí no se terminaba nuestras inquietudes, ¡Qué pasaría con las poblaciones, con su salud, con el consumo doméstico del agua! Por esos motivos, insistimos que se debía involucrar a las poblaciones en el monitoreo y control de la calidad de todas las aguas (superficiales y no) de la zona, porque nadie mejor que ellas para cuidar su salud, su ambiente natural y su calidad de vida. Salud Pública y Medio ambiente deben actuar.