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Opinión | Telésforo Isaac / obispo Iglesia Episcopal Dominicana

Se ha renovado la esperanza en el mundo por la elaboración y distribución de la vacuna anti Covid-19; ya ha comenzado a ser suministrada según las posibilidades y protocolo de las naciones.

La gran mayoría de los habitantes en la Tierra están complacidos y agradecidos a los científicos que se afanaron para elaborar el remedio para eliminar o limitar el avance de la pandemia que atestó con infecciones y mató a un número considerable de seres humanos en territorios de los vivientes y en detrimento de gentes de todas las etnias, clases sociales, económicas, confinamientos, trastorno de ansiedad, e incidencias en la religión y política.

A pesar de la gracia de tener la vacuna que trae consolación, satisfacción, agradecimiento y reconocimiento de muchos por la renovada esperanza, hay personas que han expresado renuencia a vacunarse por razones de religiosas, terquedad, obstinación, desconfianza en la ciencia o actitudes disociadoras.

En sociedades en todo el mundo, se ha pasado por un prolongado tiempo de incertidumbre, disciplina de aislamiento social, constreñimiento económico, pérdida de empleos, estrechez de movilidad y todo esto alucinaba como panorama de una mortificante pesadumbre emocional. Sin embargo, la mayoría de los pobladores mantenían su fe en la ciencia y esperanza de que en tiempo oportuno se vería el sol naciente del anhelo renovado. De hecho, el resplandor se percibe  en el horizonte.

Yo me he vacunado cada vez que surge un problema de plaga que afecta la sociedad y se requería por indicación de orden sanitario. 

Estaba yo en la escuela primaria y en una ocasión la maestra dijo que toda la gente debe ser vacunada. Ello señaló que su cara tenía manchas y feas arrugas porque ella no se dejó vacunar contra la viruela y se enfermó; por tanto, los niños deben ser vacunados para que no les suceda como a ella.

Se ha dicho que los primeros años de la vida y en particular de la educación e instrucción al inicio del tiempo en la escuela, sirven para fundamentar, enraizar los principios fundamentales de la disciplina, la moral a los infantes, para moderar sus vidas de modo que crezcan confiados en ellos mismos, en sus padres y maestros, en los párvulos compañeros y toda otra persona del medio en que viven y van creciendo.

Me siento motivado e invito a elevar una plegaria en acción de gracia por la esperanza renovada y por la fe en Dios y en agradecimiento de un nuevo amanecer. Oh, Dios creador y conservador del género humano: te rogamos humildemente por las personas de todas clases y condiciones. Encomendamos a tu bondad paternal a todos los que de cualquier manera están afligidos, suplicándote les sanes, consueles y alivies. Damos corazones agradecidos por la esperanza renovada de las aflicciones causadas por la plaga que nos azota. Hágase tu voluntad, te suplicamos.

Telésforo Isaac

Obispo emérito Iglesia Episcopal/Anglicana