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Opinión | Telésforo Isaac / obispo Iglesia Episcopal Dominicana

Enero 2021 puede ser considerado como la ventana del arca de Noé. Esto es así, ya que las Santas Escrituras en Génesis 8:6, dice: “Después de cuarenta días del diluvio, Noé abrió la ventana del arca” para ver si la tierra estaba en condición, para que él, su familia, los animales, aves y las otras especies vivientes, podrían retornar a su hábitat y renovar sus propias y usuales las actividades de vida.  

El primer mes de este año 2020, es un lapso que sirve como ventana para ver si el ambiente es propicio para la reactivación de los quehaceres, las interrelaciones sociales, las ocupaciones tradicionales, la libertad de desplazamiento y otras actividades, sin cuidado de ser contagiado por el azote de la infecciosa enfermedad del coronavirus Covid-19.

La situación en el mundo ahora de la plegaria patógena del Covid-19 que doblega a los seres humanos al aislamiento social y guarecerse confinado a espacio que aparenta el arca de Noé, puede ser comparada al relato del diluvio que narra el libro de Génesis, con la particularidad de actuar como lo hizo Noé, quien después de un período de reclusión en el arca, abrió la ventana y con ensayos de unos pájaros, comprobó que el medio ambiente estaba en condiciones para el salirse de la nave, luego que la tierra se había secado  y los humanos y las otras criaturas vivientes, podrán volver a sus hábitat.

Enero es la ventana que se abre ahora, por tanto, es necesario que los científicos e instancias gubernamentales, asomarse como Noé y hagan las investigaciones de lugar para determinar y si es conveniente que las gentes vuelvan a sus quehaceres sin mayores reocupaciones. Se debe hacer exhaustivas exploraciones para confirmar que es posible salir de aislamiento y reiniciar los tradicionales quehaceres de vida que fueron alterados, suspendidos, terminado, que comenzó meses atrás por la plaga de Covid-19. Es obligatorio ser prudente para determinar que se ha superado las dificultades pasadas a causa de la funesta pandemia.

El diluvio fue considerado por los escritores bíblicos como una acción de Dios para exterminar a los seres humanos, “porque era demasiada la maldad en la tierra”; por tanto, con mucho dolor el Señor dijo: “Voy a borrar de la tierra al hombre que he creado… me pesa haberlos hechos”. (Genesis 6: 6).

Después de muchos siglos y con conocimientos científicos, la cultura remozada acerca de Dios se entiende que de vez en cuando aparecen plagas catastróficas de múltiples clases que azotan a una parte del mundo o en la totalidad del ambiente terrenal.