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Opinión | Bienvenido Scharboy

El Movimiento Popular Dominicano (MPD) es la organización de izquierda más antigua de República Dominicana y al mismo tiempo es la que más golpes demoledores ha recibido de los gobiernos dictatoriales, los más recientes gobiernos títeres, la reacción criolla y de las agencias criminales del imperialismo norteamericano.

Por esta razón, tiene una estela de martirologio, que fue resumida por Maximiliano Gómez (El Moreno) en su famosa frase lapidaria: “En el abecedario político dominicano el MPD resume el mayor grado de sacrificio por la revolución dominicana”.

De igual manera, así como el glorioso MPD ha escrito paginas heroicas en su lucha frontal contra los enemigos de clase y los diferentes gobiernos, también tiene una historia de divisiones que ha mermado en las últimas décadas su desarrollo y el establecimiento de un nuevo liderazgo en un sector de la población que siempre ha hecho causa común con la izquierda.

De manera particular, una parte de esa ciudadanía recuerda con nostalgia cuando la bandera roja y negra ondeaba en las masivas jornadas de lucha libradas por el pueblo dominicano y en la que el partido del Moreno siempre ha estado presente y librando los grandes combates no solo con el “fal ideológico”, sino también con las armas en las manos.

De esto se pueden escribir varios tomos; pero lo que me interesa es plantear la situación de un viejo partido de izquierda digno de mejor suerte, para satisfacción de quienes entregamos parte de nuestros mejores años a la militancia roja y negra y que todavía nos inclinamos reverentemente ante su ejemplo de lucha y levantamos el sacrificio e inmolación de sus mártires, aunque no formemos parte de su estructura orgánica.

Lamentablemente, en la conmemoración del 65 aniversario de su fundación, en este 2021, el MPD continúa arrastrando el lastre de su última división registrada en el 2010, en medio de las elecciones congresuales y municipales celebradas en ese año.

En esta ocasión hubo dos sectores enfrentados, uno que criticó la alianza electoral con el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y el otro que propugnaba por esa coalición opositora a través de la boleta del Movimiento Independencia, Unidad y Cambio (MIUCA). Por más esfuerzos realizados la división fue un hecho y ha perdurado hasta ahora, 12 años después, creando confusión en la población.

Incluso uno de los dos sectores luego sufrió una escisión con la salida del grupo encabezado por el fallecido Monchin Pinedo.

No voy a entrar en consideraciones sobre la justeza o no de una de las tres posiciones, pues, mi interés es que esas diferencias sean superadas y que el MPD definitivamente se encamine por el sendero de la consolidación y vuelva a convertirse en una opción para una parte o la mayoría de la población.

Derrotar la división y a los divisionistas

Tanto en el MPD como en otras organizaciones de izquierda subyace en la mentalidad de muchos de sus dirigentes el espíritu de secta, el jefismo, el caciquismo, el autoritarismo, la idea de que el grupo o el movimiento es de su propiedad y no le dan paso a nuevos liderazgos, por lo que aplastan cualquier nueva figura emergente, que podría desplazarlo de la dirección.

Sin temor a que se mal interpreten mis objetivos y a que me acusen de ser un enemigo, pienso que llegó la hora de que el MPD supere esa división y que ambos grupos se sienten como verdaderos revolucionarios a analizar las causas que lo separaron, los métodos utilizados para debatir las diferencias y los prejuicios que provocaron a que por una coyuntura política y apetencias personales se vieran de un momento a otro de aliados a enemigos mortales.

No obstante, estoy convencido de que lo anterior no será posible si los protagonistas de cualquier iniciativa son los mismos dirigentes de ambos sectores, lo ideal es que surjan posiciones intermedias, alejadas de las rancias dirigencias que no ha podido superar el espíritu de secta, las trapisondas, el jefismo, el autoritarismo y otros vicios propios de la pequeña burguesía.

Los emepedeístas no pueden seguir ofreciendo los espectáculos vergonzosos de división cada cierto tiempo, porque el pueblo se lo está cobrando con la indiferencia y no se dan cuenta. Sectores avanzados políticamente de la población reconocen la trayectoria de lucha del MPD; pero sus dirigentes no les inspiran confianza, por las tantas divisiones.

Hay que superar el discurso de que fulano y zutano se vendieron, que claudicaron, que abandonaron la revolución o que tal o cual dirigente es un dictador y se cree dueño del partido, etc, al final son los menos.

La mayoría en ambos sectores coinciden de que se necesita enrumbar a la izquierda dominicana por otros senderos, por caminos independientes de los partidos tradicionales y que debe labrar con sus propias uñas los caminos hacia su fortalecimiento y desarrollo, para cosechar frutos en el pueblo.

La mayoría en los dos sectores emepedeístas añora a los mismos mártires y heroínas, libran juntos procesos de lucha en las comunidades, en ocasiones abonando con su sangre generosa las calles de nuestra patria, y se tratan como hermanos sin importar las diferencias.

Entonces, cuál es el obstáculo para sentarse a dialogar y decirle al pueblo y a los simpatizantes parqueados en la periferia a la espera de un nuevo amanecer, que están dispuestos a sentarse como hermanos, como revolucionarios, como marxistas, para tratar de unificar ese instrumento de lucha del pueblo dominicano y desechar la división y a los divisionistas.

Quizás serían interesante algunas reflexiones que podrían hacerse los dos sectores como una contribución a la discusión por la unidad de los emepedeístas:

¿Ambos grupos están en mejores o en peores condiciones orgánicas que cuando se dividieron?

¿Han podido desarrollar un nuevo liderazgo frente a la población dominicana?

¿El liderazgo emergente que tenían en el 2010 se ha fortalecido o debilitado?

¿Han aumentado su incidencia en los sectores populares?

¿Sus posiciones trascienden en el debate político en RD?

¿Sus frentes de masas son más débiles o han desaparecido?

¿Tienen una táctica definida que les permita convertirse en una organización con vocación de poder?

¿Merece el pueblo dominicano que la izquierda le siga transmitiendo más frustraciones?

¿Qué tipo de organización necesitan construir para concitar la simpatía y apoyo de la población?

¿Sería imposible ponerse de acuerdo en una línea de oposición al actual gobierno y su política entreguista?

¿Han hecho conciencia de que la unidad es el único camino o de lo contrario van rumbo a desaparecer?

En síntesis, y ojalá mis planteamientos no sean profético, ninguno de los sectores que se disputan el nombre del MPD tienen posibilidades de desarrollarse de forma individual, porque el mismo hecho de la división los aleja de la población y los desacredita como opción política.

De lo contrario, seguirán salcochándose en su propia salsa y se desgastarán con el tiempo, con la agravante de la frustración de su militancia, que en la mayoría de los casos se quedaría independiente o alejados de toda actividad política y el momento político demanda aglutinar fuerzas para transitar un camino independiente, que solo es posible si la izquierda dominicana eleva a la cúspide su vocación de poder.

El mejor homenaje que se les puede brindar a los mártires y heroínas del MPD no es con grandilocuentes y radicales discursos, sino con la unificación de la gloriosa organizacion por las que ellos y ellas sacrificaron sus vidas.

“Que los hechos le hagan honor a las palabras”, José Martí.