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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

Conducir grandes masas humanas crea la necesidad de establecer estrategias para su mejor movilidad. Es por ello que la planificación estratégica emerge del seno de los grandes ejércitos. El propósito es hacer más viable la victoria o menos traumática la derrota. Planificar estratégicamente requiere de una orientación especializada.

Esa realidad es la que me conduce a perfilar las cuestiones básicas para planificar la campaña electoral. En esencia son dos factores: 1. El Plan del equipo de campaña y 2. El Plan de la campaña. Ambos planes deben trabajar mancomunadamente. Si el primero no funciona, tampoco el segundo.

El Plan del equipo de campaña 

Una vez conformado el equipo de campaña hay que poner manos a la obra. La primera tarea será formular el Plan del equipo para llevar a puerto seguro el candidato. Las estrategias deberán tener en primer plano la elaboración del Plan estratégico de posicionamiento de la imagen del candidato.

Las reflexiones, para ser una planificación estratégica deben estar enfocadas hacia un objetivo y realizadas de manera sistemática.

El Plan de la campaña

Lo que guía el enfoque de todo plan, consiste en tener una intención develada y otra oculta. En tal sentido, antes de comenzar a formular las estrategias del Plan de campaña hay que establecer la intención política oculta.

Lo primero que los miembros del equipo deben tener claro, y el candidato más, es que no importa que tan bueno sea el plan aprobado, siempre tendrá críticos mordaces. Un plan sin críticos es un plan que calienta, pero no quema.

La otra premisa consiste en saber que convencer las masas es lo fácil. Lo difícil es conseguir que las masas sigan fijas en el proyecto. La lucha político-electoral está en imponer las ideas favorables al candidato. Estas ideas solo se imponen luchando contra el candidato opositor.

Todas esas figuras se traducen en la lucha por los votos de los electores. El Plan de campaña es, en esencia, lo que vamos a hacer para conquistar esos votos.

Para imponer una idea la razón tiene poco que ver, el entendimiento igual. Con lo que si tiene que ver es con la influencia y con el poder. El Plan de campaña es el conjunto de pasos y estrategias para imponer las ideas del candidato que el equipo promueve.

¿Qué hacer sí el aspirante está en desventajas insalvables frente a los demás?

La estrategia, en este caso, debería tener presente esa realidad al momento de fijar los objetivos. Entre estos propósitos el principal siempre será la “victoria”. Esa “victoria” puede consistir en obtener varios alcaldes y regidores. Puede expresarse en el triunfo de unos cuantos diputados y senadores de los que promueve el equipo. Colocar candidatos en posiciones claves surtirá un efecto en la nueva correlación de fuerzas. La victoria del candidato a la presidencia será el fin supremo.

¿Qué hacer con las victorias parciales o con el triunfo total?

Ocultar el éxito es imposible, pero después de la victoria, lo que se haga con ella depende del objetivo político que está oculto.

El esfuerzo del equipo y el candidato mismo se centra en dos puntos. El primero consiste en mantener oculto el objetivo oculto. El segundo se centrará en hacer visible el objetivo oculto del adversario. Sun Tzu conseja: “Quienes no pueden ganar, deben defenderse; quienes pueden ganar, deben atacar”.