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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

Hay consultores de imagen electoral que suelen confundir su rol frente al candidato. Es frecuente que algunos de ellos terminen actuando como si fueran ellos el producto a vender.

Por ello el candidato, si contrata a un consultor, debe tener muy presente el rol que le corresponde a éste. Conocer las tareas del asesor le permite al candidato aprovechar al máximo su experticia y poner a distancia prudente la relación candidato-consultor. Lo propio ocurre con el equipo de campaña.

El consultor político

Al consultor de imagen político-electoral le corresponde no extralimitarse en el cumplimiento de sus responsabilidades. Vigilar también que sus contratantes, es decir, el candidato y el equipo, respeten los límites entre ellos y él.

Un consultor es un especialista que analiza los problemas objetivos y subjetivos que se les presentan al candidato en el transcurso de la campaña. Sus reflexiones buscan la solución a esos problemas. Pero ojo con esto. Carlos Fara, un asesor político de prestigio en América Latina, nos recuerda que un consultor no es sólo un analista político.

“Si fuera un analista político, sólo analizaría. Un consultor analiza y propone cursos de acción. Al final, sobre todo se nos contrata por lo segundo más que por lo primero”.

El proceso de asesoría empieza con el levantamiento de un mapa de la situación del candidato. Cuanto más completo sea el mapeo será más efectivo a la hora de diseñar las estrategias guías. La proyección debe contener datos confiables sobre la situación de la opinión pública, contexto social, económico y político. Debe construir una radiografía de la cultura general.

El trabajo de un consultor consiste en buscarle la quinta pata al gato. Para que luego de encontrar esa pata, haga las recomendaciones pertinentes. Esa pata es la que contribuye al triunfo del candidato.

En suma, la misión del consultor consiste en dos puntos esenciales: primero, cambiar, con sus recomendaciones, la correlación de fuerzas en el mercado electoral. Y segundo, en caso que el candidato esté en una posición cimera, el asesor debería evitar que esa correlación de fuerzas cambie.

Por otro lado, los asesores de campaña son anónimos. Es decir, los consultores electorales, salvo alguna excepción, siempre se mantienen alejados de la tarima. A ellos le está negado pronunciar discursos en las tribunas o hacer declaraciones a la prensa. 

El candidato 

La principal tarea del candidato reside en garantizar que tanto el consultor como el equipo de campaña cumplan a cabalidad sus funciones. Asegurarse, además, que exista armonía en la relación asesor-equipo. Que se crea sinergia, que se apoyen mutuamente.

En las campañas electorales suele ocurrir que el candidato se auto-designa coordinador general de su propia campaña. Quizás esto constituya un error catastrófico. En ese sentido, Javier Sánchez Galicia, presidente del Instituto de Comunicación Política y socio de COMPOL, dice que el candidato es el vocero ideal del mensaje. “Él es el mejor portavoz del mensaje y el mejor activo; y debe concentrarse en conquistar los votos que necesita para ganar”.

La tarea más apropiada e intensa del candidato consiste en una acción dual. Por un lado, conocerse a sí mismo. Por el otro lado, conocer a profundidad a su adversario. Sun Tzu dice “Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo y ganarás mil batallas”. Lograr ese doble conocimiento implica emplearse a fondo en investigar ambos tópicos. Esa es una tarea compartida entre el candidato, el equipo y el consultor. 

El equipo de campaña

Al equipo de campaña le corresponde dirigir la campaña electoral para llevar el candidato a buen puerto. Le concierne, además, velar por la buena relación entre el candidato, el consultor y el propio equipo de campaña.

Las decisiones de lo que se hará o dejará de hacerse le corresponden al equipo de campaña, con el asentimiento del candidato. Las encomiendas de los asesores, en consecuencia, pueden ser atendibles, nunca obligatorias. El candidato y su comando de campaña sopesan lo recomendado, luego deciden su aplicación inmediata o guardarla para otra ocasión o rehusarla pura y simple.

De lo anterior se desprende la importancia del equipo de campaña. Por lo tanto, al construirlo deben sopesarse las capacidades de los dirigentes para escoger lo mejor dentro de los más capacitados. Al equipo le corresponde escoger el coordinador del comando o el jefe de campaña, como también se le llama. El candidato es un ente clave al momento de elegir el jefe de campaña. Su objetivo es garantizar que éste reúna las mejores condiciones de liderazgo y dirección.