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Opinión | Telésforo Isaac / obispo Iglesia Episcopal Dominicana

La noticia del desafío al Obispo de Roma, el papa Francisco, de parte de sacerdotes de más de cien iglesias en Alemania, incluyendo la catedral de la ciudad de Essen, predice el devenir del cristianismo.

Este anuncio ha estremecido a muchos católicos y aun a otros ramos del cristianismo; ha sido sobrecogedor por la amenaza de un número considerable del clero germánico que preparan la programación de ejecutar una masiva ceremonia de bendiciones de parejas del mismo sexo. Es sorprendente la información, dado la milenaria tradición de envergadura, poder, inmóvil estado, aureola, notoriedad y prominencia que ha tenido la voz e influencia del papado en la historia en el mundo occidental por los siglos.

La amenaza es una respuesta a un comunicado del Vaticano que sostiene que la unión homosexual es un pecado y Dios “no puede bendecirlo”. El argumento expresado por el grupo clerical de lo que harían, se debe a la medida que esta “marcada por un aire paternalista de superioridad y discrimina a las personas homosexuales y sus planes de vida”; pues, estos sacerdotes renuentes señalan que su decisión es basada en lo que describen como: “Un servicio de bendición para todos los amantes- ¡no excluimos a nadie!”.

Es un paradigma lo que está sucediendo ahora en Alemania y otras áreas del catolicismo romano. Esto es así al tomar en consideración lo que pasó con Martin Lutero (1483-1546) el teólogo y fraile católico agustino, que comenzó e impulsó la reforma religiosa en Alemania. La motivación que le hizo fermentar la Reforma se debió a su reacción de lo que vio en una visita a Roma de las avaricias rampantes en la sede de la autoridad eclesiástica, la práctica de formas del paganismo, el abandono de las enseñanzas bíblicas y en particular, la venta de las indulgencias que no tiene defensa en las Santas Escrituras y en la ética moral del cristianismo. Martin Lutero criticó y combatió la corrupción de la iglesia.

El paradigma que se plantea ahora, es que el Vaticano con el liderazgo del Papa Francisco, se ha modificado y encaminado a llevar a la iglesia a lo que debe ser, presentar, enseñar y practicar, sin desvíos doctrinales, más cimentados en la razón, ética moral, la hermandad, los derechos humanos, el ecumenismo, la mansedumbre y el apego al fundamento de las Santas Escrituras.

Lo que sucede ahora, no es el pensamiento, la tesis o la dinámica de una persona como Martín Lutero; más bien, son muchos los que reclaman y hacen votos de cumplir con sus vocaciones y deberes pastorales. Por lo tanto, sin anclar en una inclinación particular, se debe considerar lo que los disidentes que expresan que se responsabilizan como pastores y de no someterse al llamado de la Santa Sede, porque respetan y valoran el amor; ya que las bendiciones que imparten a los pares que buscan a Dios deben ser debidamente correspondidos, por ser de Dios; por tanto, los intrigantes rechazan el llamado a la desobediencia y prometen seguir bendiciendo a las parejas homosexuales. Esta amenaza que desafía la jerarquía de la más grande y expandida rama de la religión organizada, predice  el devenir del cristianismo.