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Opinión | Por Gisell Rubiera Vargas, M.A.

Nuestra cultura occidental nos ha educado he inculcado el hábito de que todo debe ser previsto y planificado por adelantado, centrando nuestra atención en las preocupaciones por el futuro, siempre esperando que llegue el mañana y viviendo con el arrepentimiento por el pasado, impidiéndonos vivir el presente conforme el aquí y el ahora.  

Esta actitud nos ha enseñado y acostumbrado a buscar un sentido opuesto a la vida y a desarrollar sentimientos de apego a las cosas, sean materiales o inmateriales (sentimientos y emociones), generándonos dependencias que nos dificultan conectar con nuestra propia naturaleza humana. 

Está demostrado, que una de las más grandes necesidades humanas es el sentido de independencia y esto se manifiesta desde los propios orígenes de la civilización, cuando los antiguos primates aplicaron sus propias leyes y vivían conforme las leyes naturales. 

En ese sentido, el orden divino y natural, implicaba que los comportamientos de las personas no estaban trazados ni definidos por normas pre-establecidas que representaran la voluntad de unos pocos, de manera que las personas tenían la libertad de aprender a valerse por sí mismas, sin dependencias, paternalismos o actitudes posesivas. 

Conforme han pasado los años, el sentido de la vida ha cambiado en su totalidad.  Las “pautas” trazadas han afectado la capacidad de las personas de realizarse de manera independiente, más bien en su lugar, se ha cultivado una cultura de obligación, misma que engendra culpa y dependencia, mientras que la libre elección inspira amor e independencia.

Se  trata de pautas que en lugar de buscar el bienestar generalizado, se ha constituido en una actividad que victimiza y cohíbe la individualidad de la persona, afectando la facultad de autonomía de la cual deberían disfrutar todos los seremos humanos.

La gran pregunta es. ¿Será que realmente los seres humanos estamos conscientes de que no estamos viviendo conforme nuestra autonomía y voluntad?

Quizás responder esta pregunta no sea una labor tan simple, por el hecho de que es probable que según nuestro punto de vista, estemos haciendo uso de esta facultad y viviendo conforme nuestro propósito.

Pero y si realmente la respuesta no sea lo que esperamos. 

Entonces, ¿Qué es vivir el aquí y el ahora, conforme a nuestra voluntad y disfrutar la autonomía? 

La clave de una vida eficiente (plena) es la independencia. La posibilidad de funcionar plenamente está a tu alcance y de estar creativamente vivo en todo momento, siempre que así lo decidas.

La gente que disfruta de virtualmente todo lo que les brinda la vida; gente que se siente cómoda haciendo cualquier cosa y que no pierde el tiempo quejándose o deseando que las cosas fueran de otra manera. Sienten entusiasmo por la vida y quieren todo lo que pueden sacar de ella. Les gusta salir de excursión, ir al cine, leer, practicar deportes, asistir a conciertos, visitar ciudades, granjas, contemplar animales, montañas y realmente casi todo. Les gusta la vida.

Es gente que no gasta sus momentos presentes quejándose. 

La gente realizada está libre del sentimiento de culpa y de toda la ansiedad que se produce cuando se usan los momentos presentes inmovilizándose por hechos que sucedieron en el pasado. Ciertamente pueden reconocer que han cometido errores y pueden prometerse que evitarán repetir ciertos comportamientos que resultaron contraproducentes de alguna manera, pero no malgastan su tiempo arrepintiéndose por algo que hicieron y que desearían no haber hecho, o molestos porque les disgusta algo que hicieron en algún momento de su vida pasada. 

Ellos no se enfadarán contigo, simplemente no te harán caso, te ignorarán.

Estos individuos gozan siempre porque sencillamente se dan cuenta de lo absurdo que es esperar para disfrutar. Es su manera muy natural de vivir la vida. 

Son dueños de sí mismos y aunque consideran que la vida social es parte importante de sus vidas, se niegan a dejar que ésta los gobierne o a convertirse en esclavos de la misma.

El vivir el aquí y él ahora es saber que no existe realmente el momento justo para hacer cualquier cosa pues el momento adecuado es el que decides tú, el que se ajusta a tu estilo y propósito de vida que te has dispuesto.

Recordar que se trata de vivir a plenitud el tiempo presente y de auto realizarnos. Ese sí debería ser el propósito de la vida. 

¿Y tú, como vives el aquí y el ahora?