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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

Sorprende la manera del dominicano cuando se prepara para recibir un ciclón. Lo primero es tratar el fenómeno como algo irrelevante. Y luego culpar al gobierno por lo que pase o deje de pasar.

República Dominicana, como tierra enclavada en el mar Caribe, está ubicada en medio de la ruta de los huracanes. Cada año la Temporada Ciclónica inicia el 1 de junio y termina el final de noviembre. La Organización Meteorológica Mundial se encarga de monitorear el curso que sigue y pronostica la ruta que seguirá cada huracán.

Los ciclones más sonados

El ciclón San Zenón, que arrasó en septiembre de 1930, está sujetado a la memoria de la población dominicana. Una razón, tal vez, reside en que San Zenón inició conjuntamente con la tiranía de Trujillo. Y todavía no se sabe cuál fue peor.

El Huracán David fue el cuarto fenómeno atmosférico de 1979. Alcanzó categoría 5 en la escala de Saffir-Simpson, convirtiéndose en uno de los más mortíferos del pasado siglo. Dejó más de dos mil víctimas fatales a su paso y miles de vivienda arrasadas.

David despertó al dormilón Río Yaque y devastó miles de casuchas que estaban a lo largo de su orilla. Recuerdo un señor que una brigada fue a auxiliarlo porque su casa estaba en riesgo de ser arrasada por la corriente. Él, muy despreocupado, pidió un chance para sacar sus ajuares. La brigada siguió su trabajo y, al regresar a la casa, encontró que estaba cerrada con candado.

Pero ya el río se transformó en un brazo de mar. El genti’o, situándose lejos de la orilla, se amontonó a ver el fenómeno. Vio camas que corrían como guaguas, neveras como ballenas río abajo y pudo ver a un hombre que navegaba río abajo sobre el techo de una casa. Vio la maniobra del hombre cuando se enganchó de una mata que estaba en el medio del río. Estaba tal y cual nació, desnudo. Un helicóptero apareció de repente, le lanzó una cuerda, y el tipo se salvó. Y todavía existe gente que no cree en milagros.

Frederic. El ciclón Frederic se formó a partir de una depresión tropical cerca de las islas de Cabo Verde el 28 de agosto de 1979. La tormenta trazó una ruta destructiva desde las Antillas Menores hasta Quebec, allá bien al norte, en Canadá. Devastando a su paso, inclusive, áreas de la costa del Golfo de Estados Unidos.

Emily. La tormenta Emily, en 1987, adquirió categoría 4, penetró sobre las costas sur del país donde dejó daños en las plantaciones agrícolas y un sinnúmero de desplazados.

El Huracán Georges. El ciclón Georges en septiembre de 1998, pasó de la categoría 3 a la 4 sin pestañar. Georges se transformó de tormenta tropical a huracán y fue el primero que ascendió a categoría 4 de la temporada de huracanes del Atlántico en ese año.

Noel y Olga. El ciclón Noel fue en octubre de 2007 y Olga en diciembre del mismo año. Olga agarró la población desprevenida porque llegó cuando la temporada ciclónica había, teóricamente, terminado. La memoria colectiva conserva intactos los cuantiosos daños a la economía y los valores que dejaron las lluvias intensas. El poblado del Duey, en Villa Altagracia, por ejemplo, fue destruido y 39 comunidades de la región sur quedaron aisladas.

En Santiago Olga dejó daños en más de 6,000 viviendas y los muertos superaban la decena. Corrió el rumor de que la presa de Tavera se había explotado debido a que el desborde del embalse obligó a soltarle agua (desfogue) fuera de lo previsto.

Grace, sin pena ni gloria

El huracán Grace previsto para golpear con fuerza la zona sur del país, se degradó dócilmente a tormenta tropical. Y todavía hoy muchos de nosotros lo estamos celebrando.