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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

La violencia engendra violencia, dice la palabra. Y recalca, “Es necesario que el que a hierro mata a hierro muera”. En el lenguaje popular la metáfora es clara y precisa. Para un malo, malo y medio, dicen. Los barbaros, en cambio, fueron más formales.

Ellos consagraron la ley del Talión que se resume en una frase simple: “ojo por ojo y diente por diente”. Cometer estas barbaridades en la sociedad de hoy sería un retroceso.  

Cuando la maquinaria represiva del Estado se adueñó de la violencia quedaron atrás las soluciones individuales. el monopolio de la violencia facilito al Estado moderno establecer leyes que delimitan la vida en sociedad. El sistema legal es el factor principal de la seguridad ciudadana.

Pero aquí, según parece, la modernidad poso de largo. En su paso por las Antillas ni siquiera miro hacia la sociedad dominicana.

Crimen a mansalva 

Leslie Rosado Marte cayo abatida a tiros mientras conducía su vehículo. El crimen se produjo la noche del sábado dos de octubre pasado. El autor de la muerte es el cabo de la Policía Nacional Janli Disla. Al momento de cometer el homicidio el agente policial estaba fuera de servicios.

El grupo “Encuentro con la poesía”, se hizo eco del hecho de sangre en sus debates. La iniciativa la introdujo la arquitecta y poeta Aida Díaz, consternada por el crimen.

Las opiniones no se hicieron esperar. Una lluvia de mensajes se sucedía uno tras el otro. decían: Que si la joven andaba en una Yipeta (jeppeta) Mercedes Ben. Que parecía una chapeadora. Que esa muchacha esta rara, etc.

Los comentarios en el grupo prueban que para sus miembros la condición social tiene prioridad frente a la vida humana. Esa contradicción, para doña Aida, no tiene ton ni son.

Encuentro con la poesía es un espacio en la red WhatsApp donde convergen artistas, poetas, arquitectos, escritores, etc. Esta composición acrecienta la indignación. Que un poeta justifique el crimen no tiene explicación.

Pero Aida olvidó que, dos o tres meses atrás, en el grupo se debatió sobre las acciones violentas de los policías en el país. Las opiniones de la mayoría de los miembros del grupo, en la ocasión, justificaban la muerte de delincuentes a manos de los policías.

Esta incongruencia viene de lejos. Se recuerda cuando el Dr. Joaquín Balaguer designó al coronel Pedro de Jesús Candelier director de Foresta. El extremismo de Candelier llego tan lejos que quemo un burro vivo. ¿Qué culpa tenía el asno de estar cargado de carbón vegetal? Más adelante, como jefe de la Policía Nacional puso de moda los intercambios de disparos. Era necesario justificar la muerte de supuestos delincuentes. Los dirigentes de grupos comunitarios, de ONG y estudiosos sociales aplaudían las acciones de barbarie. 

Es contradictorio que en los intercambios de disparos solo tenían armas los policías. Los comunitarios, por su lado, perdieron de vista que estaban afilando cuchillo para sus gargantas.

Pero la sociedad dominicana camina al revés. Aquí los artistas, poetas, escritores... piden mochar cabezas. Los países donde existe la pena de muerte estudian su eliminación. Los juristas dominicanos, en cambio, piden volver a la silla eléctrica.

La mayoría de los dominicanos añora la vuelta al pasado. Creen que para controlar el tipo de música que suene debe volver la Comisión de Espectáculos Públicos dirigida por doña Zaida Ginebra viuda Lovatón.  Era Zaida que decidía que suena o deja de sonar en la radio y la televisión. Creen además que para arreglar el país hace falta el dictador Trujillo.

Hay quien dice que para ordenar el país tienen que venir los gringos. Se olvidan, quienes así piensan, que el país ha sido ocupado por Estados Unidos en dos ocasiones. La primera fue en 1916, en tanto que la segunda se produjo en 1965. Todavía hoy el pueblo dominicano sufre los traumas que dejaron las dos ocupaciones. 

En suma, creo que la sociedad dominicana camina como el cangrejo. Para atrás.