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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

Rafael Paz, como algunos alegan, no es un tránsfuga o un saltapatrás político cualquiera. Porque con los palos, puyas y candela que le propina el Ministerio Público al PLD, hasta belié suda. Y él luce que vivía en estado de zozobra, ansioso y afligido, como a medio camino entre el purgatorio y el infierno. Sin gozo ni contento ni paz.

Entonces, antes que tarde, concluyó, con las melodías de Liborio de Luis Días, que el que huye no es cobarde. Se rajó brisia’o, saltó y cayó en los brazos del León, allá en la selva verde de la FUPU.

Oriundo de Monte Plata, Paz es un político con background en la abogacía. Tiene amplia experiencia en gobernanza, comunicación política y administración pública. Fue asesor de la Asamblea Nacional durante la reforma a la Constitución en el 2010. Director técnico del Consejo Nacional de la Empresa Privada en el 2011 y, dos años después, director ejecutivo. En su segundo mandato, Danilo Medina, lo designó director ejecutivo del Consejo Nacional de Competitividad. Candidato a senador del PLD por el Distrito Nacional en el 2020.

Es inteligente, bien puesto y suertudo el bendito. Ascendió al Comité Central del PLD y llegó al pequeño círculo del Comité Político, pasándole por encima a miles de dirigentes meritorios.

Al estar entre las nubes, codiciando la estratosfera olvidó la clave de la paz en la política local. Es como si en lugar de conocer al Joaquín Balaguer de los 12 años de terror, solo se fijara en el que apoyo a Leonel Fernández en 1996. La pifia se entiende, por eso no sabe quién es la paz. 

El ascenso astronómico posicionó al joven político por encima del helicóptero presidencial que sobrevolaba de pueblo en pueblo. Llevaba bocinas repitiendo a ritmo de merengue una propaganda, “Balaguer es la paz, la paz, la paz, la paz, la paz”. Una bandera gigante colgando de la cola decía lo mismo. 

El desfase empujó al dirigente efímero a contradecirse una y otra vez. El día 7 de marzo, por ejemplo, Paz anunció su salida del PLD. En la cúpula morada es imposible “la apertura e incorporación de nuevas ideas”, alegó. Y “si esto no ocurre, uno se limita a ser, como diría el trovador, un simple ‘servidor del pasado en copa nueva’”. 

Una semana después, el día 15 de marzo, informó que el 27 del mismo mes iba a presentar un nuevo proyecto político, “Resultados de Éxito” se llamaría. Explicó que la iniciativa se propone “ofrecer una plataforma ciudadana que busca orientar la práctica política hacía una nueva visión que genere resultados tangibles para los ciudadanos”.

Pero el fugaz dirigente peledeista, en vez de presentar “Resultados de Éxito”, el 27 de marzo, suspendió el acto y anunció su entrada a la Fuerza del Pueblo.  Dijo que la suspensión fue por el deceso de Doña Sogela Semán de Castillo, esposa de Vincho Castillo. 

El tránsito del PLD a la FUPU lo hizo como de costumbre, vía aérea. Como decía Don Luis, por los altos elementos. ¿Por qué cambiar el método si le ha dado “Resultados de Éxito”?

En la Fuerza del Pueblo, Paz paso por encima de “titiri mundati”. Cayo para’o en la alta dirección del partido. El líder Leonel Fernández apetecía tanto verlo dando ese salto mortal que creó para él una nueva secretaria. Libre de culpas, Paz seguirá en paz, promoviendo ideas nuevas que nacieron viejas. 

Pero los que en la FUPU aspiran a crecer políticamente estarán perturbados al ver llegar a Paz, al estilo de la vieja casa. Pregunto:

¿No fue esa práctica caprichosa de manejar el partido una de las críticas de Paz al PLD?

¿Sera que él cree que por su supuesta popularidad es innecesario gastar recursos para someterlo al escrutinio?

¿O quizás será que las ¿nuevas? ideas que se supone el representa no ameritan discusión?

En suma, Paz se fugó de un horno que achichara al más encumbrado dirigente. Pero se refugió en una guarida cuyo fuego es de baja intensidad, un fuego penetrante, que quema lentamente, es como salir de Guatemala pa’guatapeor.