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Opinión | Amy Goodman y Denis Moynihan:

Colombia hizo historia esta semana. El progresista Gustavo Petro —un exintegrante del movimiento guerrillero M-19, actual senador y exalcalde de Bogotá— ganó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que se celebraron el domingo 19 de junio.

La compañera de fórmula de Petro, Francia Márquez Mina, será la primera vicepresidenta negra de Colombia y ambos constituirán el primer Gobierno de izquierda en la historia del país. La fórmula presidencial Petro-Márquez obtuvo un récord histórico de votos, más que cualquier otra fórmula presidencial de la historia colombiana.

La vicepresidenta electa Francia Márquez es una destacada activista ambiental afro-colombiana, defensora de la tierra y el agua y ganadora del Premio Ambiental Goldman 2018. Márquez se dirigió a sus seguidores la noche de las elecciones: “Hermanos y hermanas, hemos avanzado en un paso muy importante. Después de 214 años logramos un Gobierno del pueblo”.

A diferencia de lo que ocurrió recientemente en Estados Unidos, el contendiente electoral de Petro, Rodolfo Hernández —un empresario millonario de derecha y de orientación populista—, reconoció su derrota el día de los comicios.

Se estima que Colombia es el país más desigual de América Latina. Un reciente informe sobre el panorama económico de Colombia elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) concluyó que a las familias colombianas que integran el 10% de la población más desfavorecida del país les llevaría once generaciones salir de la pobreza y pasar al sector de ingresos medios de la sociedad. La desigualdad sistémica de Colombia se vio exacerbada por la pandemia, que sumió a millones de personas más en la pobreza y la inseguridad alimentaria. Varias protestas sacudieron recientemente el país y fueron reprimidas violentamente por la policía y las Fuerzas Armadas colombianas, lo que dejó un saldo de varias personas muertas.

La noche de las elecciones, en otro hito histórico, Jenny Alejandra Medina, madre de Dilan Cruz, un estudiante de 18 años de edad que murió a manos de la policía durante las protestas generalizadas que se desataron en Colombia en 2018, subió a la tarima donde Petro y Márquez celebraban la victoria. La dolida madre tomó el micrófono y dijo:

“Alzo mi voz por mi hijo, porque exijo justicia. Y le doy la bienvenida, presidente, porque en usted está la esperanza de todos nosotros, de la justicia. En usted está la esperanza de nosotros los pobres, de los necesitados”.

En conversación con Democray Now, Francia Márquez expresó en marzo de este año: “Las mamás se van a trabajar en casas de familia y, cuando regresan, regresan a enterrar a sus hijos. Esa es la historia de nuestro país”.

Durante esa entrevista, Márquez describió su visión del futuro del país:

“En Colombia una nueva gobernanza sea posible, una gobernanza construida desde los pueblos negros, indígenas, campesinos, desde los sectores diversos de la comunidad LGBTIQ+, desde las juventudes, desde las mujeres, desde el campesinado colombiano, desde los nadies que no hemos tenido voz en el Gobierno, que no hemos tenido voz frente a la reivindicación de nuestros derechos como pueblo”.

Francia Márquez continuó: “Y hoy nos toca ponernos a los nadies, a los que no hemos tenido voz, para ocupar el Estado y escribir nosotros mismos nuestra propia historia. Una historia que permita vivir en dignidad, vivir con justicia, vivir con equidad, con igualdad. Que nos permita a todos y todas pasar la página de la violencia, del conflicto armado, y vivir tranquilos con justicia social”.

El fracaso de la clase dirigente para “pasar la página” de la larga historia de violencia de Colombia también contribuyó al triunfo de Petro. En 2016, el Gobierno firmó un acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, o FARC, un grupo rebelde que libró una insurrección armada en el país durante más de cincuenta años. A cambio de dejar las armas, los ex guerrilleros de las FARC recibieron una promesa de reintegración a la vida civil, así como de oportunidades económicas y de representación política. Sin embargo, las comunidades rurales de bajos ingresos aún sufren asesinatos y desapariciones a manos de grupos paramilitares de derecha.

Francia Márquez explicó al respecto: “La Corte Constitucional acaba de reconocer el estado de cosas inconstitucionales, del incumplimiento de este Gobierno frente al avance de la paz. Y, entonces, toda esa situación de conflicto armado y de abandono en términos de inversión social hay que pararla. Y no se va a parar desde la élite privilegiada de hombres blancos que nos han gobernado históricamente. Creo que es el pueblo el que se tiene que poner de pie para escribir sus propias reivindicaciones”.

La noche de los comicios, parado junto a la vicepresidenta electa Francia Márquez, ella misma descendiente de personas esclavizadas, Gustavo Petro expresó: “Nosotros vamos a desarrollar el capitalismo en Colombia, no porque lo adoremos, sino porque tenemos primero que superar la premodernidad en Colombia, el feudalismo en Colombia, los nuevos esclavismos, la nueva esclavitud; tenemos que superar mentalidades atávicas ligadas, allá, a ese mundo de siervos”.

El pueblo de Colombia les ha dado a Gustavo Petro y a Francia Márquez la oportunidad de transitar un camino diferente para el país. La fórmula presidencial enfrentará la oposición de un Congreso dividido. Al describir los desafíos que se avecinan, el médico y activista comunitario colombiano Manuel Rozental dijo a Democracy Now!: “Se ha superado un obstáculo al ganar las elecciones, pero el obstáculo principal, que es el establishment, el poder establecido, no puede ser cambiado desde el Gobierno. Es el pueblo el que tiene que confrontarlo y hacerlo cambiar”.