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Opinión | TAHIRA VARGAS GARCÍA

El estudio antropológico del comportamiento sexual se centra en la interacción de los factores biológicos, psicológicos y culturales que favorecen el impulso erótico, la atracción sexual y el comportamiento (D. Davis y Whitten 1987)

La antropología reconoce el peso que tienen las interacciones entre culturas en la difusión y adopción de prácticas sexuales. En nuestra sociedad encontramos símbolos sexuales que expresan la transculturalidad como el “cocomordán”.

La convivencia transcultural entre la población haitiana y la dominicana en toda nuestra historia se plasma en el matrimonio y la formación de familias. Los dominicanos en distintas entrevistas destacan que las mujeres haitianas tienen un especial atractivo, el llamado “cocomordán” conocido por hombres de todas las regiones del país.

“Cocomordán” se denomina al atributo físico-sexual presente en el conducto vaginal que tienen las mujeres haitianas que aumenta el placer de la pareja en las relaciones sexuales. Hay dos tendencias entre los hombres dominicanos, una tendencia a reducir el atributo a las mujeres haitianas exclusivamente y otra que lo reconoce también en dominicanas.

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La sexualidad es uno de los “imponderables” (Malinowsky) de la sociedad humana que forja lazos culturales, sociales y relaciones de poder. Las conexiones que se producen a través del sexo pueden convertirse en relaciones de subordinación-dominación o empoderamiento para las parejas, así como de extensión de las relaciones de familiaridad hacia los grupos.

La presencia de familias transculturales desde las relaciones dominico-haitianas favorece a una mirada distinta de la interacción entre población dominicana y haitiana donde prima la familiaridad, solidaridad y el afecto. Esto se contrapone con otro tipo de vínculos basados en conflictos, violencia y discriminación.

La invisibilización de esta relación unida desde la sexualidad y la familiaridad presente en la convivencia ha favorecido la agudización de las contradicciones entre ambos grupos y la exclusión de la población haitiana de los espacios sociales.

La sexualidad es una de las manifestaciones humanas que aporta energía, alegría, placer y poder en ambos sexos. La vida sexual puede empoderar emocional y personalmente las personas así como todo lo opuesto. El poder de la sexualidad ha sido y es demostrado por la existencia de grandes sistemas de control-poder que la hegemonizan, sancionan y convierten en factor de dominación y subordinación desde los sistemas religiosos, políticos y sociales.

Es un reto para nuestra sociedad la construcción de una mirada distinta a la sexualidad desde una educación sexual que fortalezca las pautas sexuales que generen relaciones de equidad entre los diferentes tipos de pareja (según su orientación sexual) y desde una perspectiva transcultural, así como su potencial de empoderamiento de cara al desarrollo humano.