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Opinión | Amy Goodman y Denis Moynihan:

“Es un honor para mí pronunciar las cuatro palabras más poderosas jamás pronunciadas en una democracia: el pueblo ha hablado”.

Con estas palabras dirigidas a sus partidarios, el senador Rafael Warnock celebró el martes por la noche su victoria en la segunda vuelta electoral para renovar su banca en el Senado de Estados Unidos en representación del estado de Georgia. Warnock compitió contra el republicano Herschel Walker, una exestrella de fútbol americano. Walker, un candidato elegido por el expresidente Donald Trump, resultó ser un contendiente con muchas deficiencias. Sin embargo, la campaña de Warnock tuvo que superar una compleja serie de leyes y estrategias destinadas a reducir la participación de votantes que fueron implementadas por los republicanos de Georgia.

En su discurso de victoria, Warnock continuó diciendo: “Hay quienes mirarán el resultado de esta contienda y dirán que no hay limitación a la participación electoral en Georgia. Déjenme ser claro, solo porque la gente soportó largas filas, algunas incluso de varias cuadras, solo porque la gente aguantó la lluvia y el frío y superó todo tipo de obstáculos para votar, eso no significa que esos obstáculos al derecho al voto no existan. Simplemente significa que ustedes, el pueblo, han decidido que sus voces no serán silenciadas”.

En 2020, el control del Senado de Estados Unidos pasó a manos de los demócratas tras la derrota de Donald Trump en las elecciones presidenciales y la victoria sin precedentes del reverendo Raphael Warnock y de Jon Ossoff en los comicios que se realizaron dos meses después en el estado de Georgia, lo que los convirtió en el primer senador afroestadounidense y en el primer senador judío, respectivamente, en la historia de ese estado, En respuesta, la legislatura estatal de Georgia, controlada por los republicanos, aprobó rápidamente la ley SB202, denominada “Ley de Integridad Electoral de 2021”. Dicha ley restringió el plazo entre las elecciones generales y la segunda vuelta electoral, dificultó la obtención de la boleta de voto por correo e incluso convirtió en delito entregar agua a los votantes que hacen fila durante horas en los centros de votación para poder emitir su voto.

La participación electoral de este 6 de diciembre en la segunda vuelta de las elecciones legislativas en Georgia fue histórica. Los republicanos intentaron restringir el voto anticipado lo máximo posible; incluso intentaron eliminar del esquema de votación anticipada el sábado posterior al Día de Acción de Gracias. La justificación que se esgrimió para eliminar la posibilidad de votar en ese día clave fue que era el día siguiente a la “Observancia del Feriado Estatal 1”, el nuevo término utilizado para lo que fue, hasta 2015, un día festivo de Georgia que conmemoraba el cumpleaños del general confederado Robert E. Lee. El equipo de campaña de Warnock presentó una demanda al respecto y la Corte Suprema estatal anuló las nuevas reglas de Georgia. LaTosha Brown, cofundadora de la organización Black Voters Matter (“Los votantes negros importan”, en español), dijo esta semana a Democracy Now!: “Ese fin de semana terminó siendo uno de los fines de semana de mayor participación electoral en la historia”.

Que los tribunales tengan algo que decir sobre cómo Georgia gestiona sus elecciones parece perfectamente razonable. Pero la capacidad de los tribunales o los gobernadores para opinar sobre las leyes electorales aprobadas por las legislaturas estatales está en riesgo. El miércoles, la Corte Suprema de Estados Unidos escuchó los alegatos orales del caso “Moore contra Harper”, un caso en el que la legislatura estatal de Carolina del Norte, controlada por los republicanos, sostiene que ni los tribunales estatales ni el gobernador pueden cuestionar ninguna legislación electoral aprobada por la legislatura, incluida la redemarcación de los distritos electorales. El caso fue presentado después de que la Corte Suprema estatal anulara la redemarcación de los distritos congresales, que había sido fuertemente manipulada por los republicanos de Carolina del Norte después de las elecciones presidenciales de 2020.

Si la llamada “teoría de la legislatura estatal independiente” es confirmada por la Corte Suprema de Estados Unidos, eso supondría un cambio radical en la legislación electoral estadounidense y una de las amenazas más graves para la democracia en la historia moderna del país.

Las iniciativas para restringir el derecho al voto son generalizadas en todo Estados Unidos. El Centro Brennan para la Justicia está siguiendo de cerca al menos 405 proyectos de ley que restringen la participación electoral y 151 proyectos de ley de interferencia electoral, todos presentados a nivel estatal en 2022. Si la Corte Suprema decide a favor de la teoría de la legislatura estatal independiente, esas legislaciones no podrán ser vetadas por los gobernadores ni revisadas por los tribunales estatales.

En conversación con Democracy Now!, Cliff Albright, cofundador y director ejecutivo de la filial en Georgia de Black Voters Matter, dijo sobre el caso: “Si estas legislaturas estatales pueden actuar de manera deshonesta sin rendir cuentas, el concepto de democracia en este país podría recibir una estocada final”.

Estas leyes orientadas a restringir el derecho al voto son solo el último frente en la guerra contra la democracia. Durante mucho tiempo, luego de la Guerra Civil y el período de la Reconstrucción, los actos de violencia y terrorismo de los defensores de la supremacía blanca, los linchamientos y las leyes segregacionistas de la época de Jim Crow —como los impuestos al voto y las pruebas de alfabetización— se utilizaron para privar de derechos a los votantes de color.

La victoria de Raphael Warnock constituye la primera vez que un demócrata afroestadounidense es elegido para un mandato completo de seis años en el Senado de Estados Unidos en representación de un estado que formó parte de la antigua Confederación.

En su discurso de victoria del martes, Warnock dijo: “Soy un orgulloso hijo de Savannah, Georgia, una ciudad costera conocida por sus verdes plazas y sus calles empedradas, así como por sus altos y majestuosos robles cubiertos de musgo español. Mis raíces, como las raíces de esos robles, se adentran profundamente en el suelo de las ciudades de Savannah […]. Yo soy Georgia. Soy un ejemplo y una iteración de su historia, de su dolor, de sus promesas, de sus brutalidades y posibilidades”.

La tarea que tiene ante sí cualquier estadounidense que apoye el principio de la democracia es fortalecer el activismo de base, para ampliar las posibilidades y eliminar las brutalidades de las que habla el senador Warnock.