Contáctenos Quiénes somos
Opinión | Fuente Externa

(En respuesta a la invitación del hermano Rafael Domínguez a través de la “Sacudidora”)

Por Ángel Pichardo Almonte

Aportar creativamente a la resurrección de Narcisazo nos desafía a la profunda y dinámica comprensión de la actual situación de la sociedad: sus cosméticos y rápidos cambios, los modos en cómo se ha promovido y obligado al relacionamiento entre las personas, las nuevas formas de difusión de información, el impacto de estas en la comunicación y la creación de falsas nociones para y la manipulación y profundización de la alienación.

Implica escudriñar y develar como por estos procesos de manipulación y alienación las grandes mayorías explotadas son asumidas como verdugos de sus propias desgracias, o viendo en otras personas explotadas la culpa de todos sus males y enmascarando las raíces estructurales y económicas de los graves problemas que nos afectan a todos. Y lo peor, la alienación contribuye a que las personas sigan confiando en las élites como salvadoras de la situación de degradación del planeta y que solo estas podrán aportar al desarrollo de una vida digna.

Significa asumir certeramente las interrogantes sobre los diferentes y nuevos actores sociales y las formas de lograr su integración consciente a proyectos colectivos.

Este proceso de rescate y validación de sus ideas y ejemplos nos invita a desarrollar al máximo las capacidades de organización, movilización y articulación para que las personas se identifiquen con el sentir y el proyecto de pueblo.

Resucitar a Narcisazo hoy conlleva a apropiarse de su pensamiento, reproducir su práctica revolucionaria y emular su trascendental forma de pensar y comunicar concretamente sobre el conocimiento de nuestras realidades, nuestro rol en la reproducción de códigos de liberación y aportar a desarrollar identidad popular e identificar responsablemente a quienes se oponen al auténtico progreso del pueblo.

En este sentido, supone reconocer las metodologías de trabajo comunitario desarrolladas por Narcisazo para ayudarnos a comprender “quiénes somos, quiénes son nuestros verdaderos enemigos, qué queremos y cómo lograrlo”, y con esto, aportar a la identidad popular necesaria para un proyecto histórico común.

Debemos asumir las herramientas de análisis que nos legara su experiencia y capacidad de sistematización para comprender sabía y oportunamente la coyuntura política y nuestro rol como movimiento revolucionario a actuar sobre ella tomando en cuenta la visión de mediano y largo plazo.

Hoy más que nunca, cuando los análisis de las formas de relacionamiento plantean que recibimos constantemente datos de una realidad sin desarrollar capacidad de análisis ni adquisición de experiencias. Dónde la comunicación, desde Hi5 a Omegle, no ha generado identidad comunitaria, donde se ha multiplicado y desarrollado formas de difusión de información que ha generado personas con acceso a un “móvil” que lo condena a estar “estático”. Y sobre todo, asumido como actor porque interactúa, desde Facebook a Onlyfans, con un “like” o reproduce mecánicamente lo que ha recibido.

El movimiento revolucionario está obligado a comprender y trascender el aislamiento impuesto por el neoliberalismo y sus falsas maneras de crear espacios virtuales desconectados de la realidad material, evitando ser arrastrado por las tendencias promovidas por los centros de pensamiento de las élites y la reproducción de sus códigos de dominación.

El movimiento revolucionario está compelido a concentrarse en desarrollar, desde la inteligencia colectiva, espacios y formas donde las personas se conviertan en protagonistas de sus luchas y reivindicaciones cotidianas enlazadas estas a la dinámica de un proyecto histórico común de construcción del poder popular que contribuya a la emancipación, la dignidad humana en armonía con la naturaleza y el bienestar colectivo para el verdadero progreso del pueblo.

La resurrección de Narcisazo nos ha de conducir a nuevas formas de vivir el compromiso y la entrega por causas justas, nos invita a reinventar de miles formas el amor revolucionario y construir desde la alegría y la paz un mundo de solidaridad y armonía para todos y todas.