Pese a la inseguridad extrema a la que se enfrentan los haitianos, aun se pueden encontrar aspectos positivos en medio del caos. Chantale Valcourt, empleada de una ONG en el país caribeño, siente una obligación moral de seguir adelante en su trabajo, luego del secuestro de sus dos niñas.
En Haití, [la violencia] se desarrolla en un contexto de crisis política y económica, así como de pobreza y subdesarrollo. Una violencia generalizada e incesante, ya que bandas rivales luchan entre sí y contra la policía por el control de la capital, Puerto Príncipe.
Una mujer, cuyas dos hijas fueron secuestradas cuando se dirigían a la escuela en Haití, ha declarado que siente la obligación moral de continuar su labor de apoyo a las personas desplazadas a pesar del trauma que ha sufrido su familia.
Chantale Valcourt, que dirige CAPAC, una organización no gubernamental (ONG) nacional para apoyar a las poblaciones vulnerables, especialmente a mujeres y niñas, y que colabora con el Programa Mundial de Alimentos (PMA), nos narra su experiencia en primera persona:
"Mis dos hijas, de 11 y 8 años, fueron secuestradas cuando iban a la escuela en Puerto Príncipe el 30 de octubre de 2023. Las retuvieron durante cinco días y las liberaron tras pagar un rescate.
Aunque fueron liberadas sanas y salvas y los secuestradores las trataron con respeto, esta ha sido una experiencia increíblemente traumática para mi familia, especialmente para mis hijas.
Después de este incidente, la escuela nunca volvió a abrir, así que, en enero, pensando en lo mejor para mis hijas, las envié fuera del país.
Siento una fuerte obligación moral
Cada vez me resulta más difícil salir a trabajar, y siempre estoy alerta ante el peligro, pero nunca he tenido la intención de marcharme. A pesar de todo, he seguido haciendo mi trabajo porque tengo un sentido del deber con mi comunidad y con la humanidad.
Esta es la realidad diaria a la que se enfrentan los haitianos y es uno de los peligros siempre presentes a los que deben enfrentarse los trabajadores humanitarios que están en primera línea apoyando a las personas vulnerables.
Nos mudamos de nuestra casa en el norte de Puerto Príncipe porque las bandas se habían instalado allí, así que, de hecho, soy una persona desplazada.
Situación desesperante
La misión de CAPAC es garantizar la justicia social y la igualdad de género y eliminar la pobreza trabajando en colaboración con las poblaciones vulnerables.
Trabajamos en algunas de las zonas de más difícil acceso controladas por las bandas, como Cité Soleil, La Saline, Martissant, Croix-des-Bouquets, Bas-Delmas y los distritos del centro de Puerto Príncipe.
Los enfrentamientos entre bandas y la Policía Nacional de Haití hacen el acceso muy difícil. Muchas de las personas a las que intentamos llegar permanecen escondidas dentro de sus casas. Esto hace imposible entregar la ayuda a la velocidad necesaria en los barrios controlados por las bandas.
Su situación sigue siendo desesperada. En los últimos días, hemos sido testigos de más sufrimiento e inestabilidad relacionados con el desplazamiento forzado de las personas más vulnerables.
Los ataques de bandas armadas y los intensos tiroteos en zonas pobladas han causado la destrucción masiva de infraestructuras civiles como escuelas, hospitales y lugares asociados al culto religioso.
Mujer líder en primera línea
Como mujer líder en primera línea que coordina la respuesta humanitaria de emergencia en Puerto Príncipe, he vivido acontecimientos de los que nunca había sido testigo. Permanecen grabados en mi mente.
No se puede ignorar el impacto de nuestro trabajo en las vidas de las personas más vulnerables de nuestras comunidades.
A pesar de la situación sobre el terreno, el terror de las bandas y el acceso limitado de los trabajadores humanitarios, la distribución de comidas calientes y las transferencias de efectivo, son vitales para salvar vidas.
Mi propia situación me ha hecho estar aún más decidida a ayudar a los más pobres. De hecho, a veces me llevo a mi bebé al trabajo, pues nunca pensé que la lactancia me impediría prestar ayuda a las personas en apuros. Nunca quise interrumpir o detener el trabajo de nuestra organización.
La situación en Haití es muy caótica y destructiva. Pero, sorprendentemente, he encontrado algunos aspectos positivos.
He conocido a muchas mujeres fuertes e impresionantes que me han hecho comprender mejor lo que podemos hacer para lograr el cambio. He aprendido mucho de ellas. El mundo entero puede aprender de ellas.
Sea cual sea la situación, sigo motivada para estar en primera línea y seguir rompiendo el ciclo de la pobreza llevando ayuda vital a los más vulnerables de las comunidades marginadas."