La primera visita oficial a Estados Unidos del presidente de México, Enrique Peña Nieto, tiene una "agenda encubierta", cree el analista del periódico 'La Jornada' Carlos Fazio. Su punto nodal es la consolidación de Norteamérica bajo el control económico-militar de Washington.
Según opina el experto, Barack Obama y Enrique Peña Nieto van a ensayar el futuro del espacio geográfico integrado por Canadá, EE.UU. y México a la luz de la "competencia intercapitalista en los mercados" y la "apropiación y el despojo de los recursos geoestratégicos mundiales".
Y eso que el mismo diario califica el entorno del encuentro bilateral en Washington de "radicalmente diferente" al de mayo de 2013, cuando Obama visitó México. La situación política que afrontan en sus países, recuerda, es desfavorable para ambos líderes.
Parte de esta agenda bilateral, que tampoco ha sido declarada por los servicios diplomáticos de los dos países, incluye también el tema más palpitante para la sociedad mexicana en los últimos meses. 'La Jornada' no duda de que aborde los dos delitos más atroces cometidos en territorio mexicano durante 2014: la ejecución de 22 personas en Tlatlaya, estado de México, en junio, y la desaparición forzada de 43 estudiantes en Iguala, Guerrero, en septiembre.
Al menos –y eso se conoce con certeza– la organización no gubernamental Human Rights Watch le sugirió a Barack Obama exigir a su par que México investigue y juzgue los atroces abusos cometidos por miembros de las fuerzas de seguridad mexicanas. A través de un documento difundido por el organismo, la División de las Américas de HRW calificó de "crisis de derechos humanos más grave en años" la situación que vive México, donde "miembros de las fuerzas de seguridad participan en abusos terribles".