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Entre tú y yo… | P. Regino Martínez Bretón, sj

No podemos ver terminar esta pandemia sin iniciar una respuesta nueva. ¿Más de lo mismo que hacíamos…? ¡Hasta Dios lo ve!!! Claro que no!!! Esta realidad de dolor que vivimos y contemplamos tenemos que aprovecharla como un momento de gracia porque nos ofrece la oportunidad de cambiar, de ser creativos para transformar el mal que hemos venido haciendo o legitimando contra nosotros mismos, contra la humanidad. La ingenuidad consciente: yo no sabía…!!!, yo creía…!!!, y eso es así que se produce…?!!! Aiiiii, que pena!!! Y nos quedamos igualitos que antes. Nos estamos engañando a nosotros mismos…

Los creyentes en un Ser Trascendente somos privilegiados. No podemos dejarnos manipular si contamos con Dios, porque Dios escribe derecho en líneas torcidas… Donde lleguemos apoyados en lo que esté al alcance de nuestra fuerza la debilidad solidaria…, Dios pone lo que nos falte. Eso sí, tenemos que confiar en Dios y ser coherentes…

Creo que a medida que el tiempo nos distancia de nuestro Valor Originario, raíz de nuestra Identidad Personal e Institucional, vamos perdiendo fidelidad a dicho valor y nos trasvasamos del Ser Trascendente al Yo; de espiritualidad personalizada pasamos a yoicidad… Tanto la identidad personal como la institucional se definen por los valores asumidos. Es por eso, que partimos de la cultura como referente en el análisis que hacemos para entender y poder responder con eficacia al papel que hemos desempeñado en el “teatro de la vida actual” porque desde que termine esta pandemia, se normalice la situación social y la vida continúe su agitado curso… No podemos continuar desempeñando el mismo papel que antes de la Covid-19… ¿…? No podemos continuar con el más de lo mismo.

Si hay algo determinante en la vivencia de nuestra opción vital, y el rol desempeñado por nosotros en la vida, es la inculturación; el meternos, el sembrarnos en el mundo empobrecido despojados de poderes y crecer de nuevo para poder cumplir con nuestra misión de evangelizar; sólo hablando el idioma de la gente empobrecida nos entiende el que no sabe y el que sabe; conociendo su imaginario religioso es cómo podemos anunciar el mensaje de salvación encomendado, denunciar las injusticias y renunciar a las comodidades legítimas de la vida…, como lo hizo Jesús en Nazaret que despojándose de su divinidad se hace uno con nosotros; débil y solidario haciendo la voluntad de Dios: salva la humanidad.

En ese sentido, lo primero que debemos tener bien claro en nuestra identidad de evangelizador/a es el significado de la palabra CULTURA: La cultura la llevamos dentro, en nuestra mente y nuestro corazón. La cultura de una persona se ve cuando se expresa en la medida que nos relacionamos con palabras, gestos y símbolos en nuestro actuar… En ese sentido, Cultura es afecto/sentimiento y pensamiento, nos hace integrante de un grupo humano. Podemos vivir en un grupo humano y no ser parte de él…

Quién ha visto un dolor de muela? Podemos decir que el dolor de muela no existe? Quién ha visto, tocado, olido, oído, gustado un pensamiento? Nadie; entonces, las ideas no existen, el pensamiento no existe porque no se ve?…

Los componentes básicos de la persona son la racionalidad, la afectividad (mente y corazón) para relacionarse… Conocer sin amar nos seca; pero amar sin conocer nos inunda..; tanto la sequía como la inundación matan….!!! Sólo la adecuada combinación de sol y agua, en la tierra, produce la buena cosecha…, así la persona Inculturándose genera una relación al estilo de Jesús: con, como y discerniendo con la persona empobrecida nos hacemos uno con el grupo humano en que vivimos.

 La cultura es algo que llevamos dentro y no se puede ver/tocar/oler-oir; pero existe, yo me doy cuenta de que existo, estoy vivo/viva y me puedo comunicar con otros como yo; me relaciono y puedo entender la situación que otro como yo puede estar viviendo, sintiendo o pensando y viceversa…, hasta con los animales nos comunicamos… Los mismos animales entre sí se comunican con un saber sabido (no aprendido…) y tienen su cultura…

 El saber de las personas es aprendido y complementario dada su racionalidad/afectividad y libertad relacional… Así se desarrolla nuestra identidad personal y comunitaria. Nos necesitamos mutuamente: yo sin ti y tú sin mí… ¿qué?; nos necesitamos mutua y absolutamente. A mayor conocimiento mutuo mejor relación/comunicación y bienestar compartido…

(La Covid-19 nos enseña cómo el sistema de acumulación rompe nuestras relaciones de amistad y nos somete a un sistema de injusticias y privilegios sofocantes, deshumanizante!!!).

 Hay sentimientos y pensamientos que no son exclusivamente míos… por ejemplo: el lenguaje, la religión, el arte, las creencias, el comercio, los sazones de comidas y la misma variedad de comidas…, Los partidos políticos…, las modas…, la ideología y el comportamiento siempre serán diferentes y complementarios porque somos libre y Dios, que nos regala la vida, respeta nuestra libertad… En ese sentido, lo que nosotros generamos con nuestro comportamiento libre…, corresponde a nosotros superarlo, no a Dios…

 ¿Cómo organizamos esos sentimientos y pensamientos que pertenecen a todas las personas y definen un grupo humano?… Todas las personas de la humanidad hablan el mismo idioma? Tienen la misma religión?… Tienen el mismo sazón?… Tienen las mismas costumbres?… Se visten igual?…  En este sentido, podemos decir que cada persona tiene una identidad donada, racional, afectiva, única e irrepetible, igual en calidad y diferente en el modo; y cada grupo humano tiene una cultura que le desarrolla (complementa) la identidad personal y comunitaria limitada por un lugar de vida y una cantidad variable de personas en un tiempo que acumula saberes para el presente y futuro de las personas, en un espacio determinado; cada nación tiene una cultura…. En este sentido, cultura es una forma, un modo de expresar lo que interiorizamos del otro y del lugar de vida, que al relacionarnos nos desarrolla la identidad personal y comunitaria y formamos una nación con autoridades y leyes para el bienestar común, que todo viviente debe respetar.

La persona humana, digo persona humana, porque hay personas divinas (Padre, Hijo, Espíritu Santo, el Ser Trascendente, que me hace partícipe de la vida y es LA VIDA…); hay personas espirituales ( Ángeles y  Santos…); en la persona humana, digo, no todo se acaba con las palas de tierra que nos tiran al dejar esta vida… Las personas tenemos un motor interior que nos mueve, que tampoco vemos, y da origen a nuestra cultura: el espíritu, que se nutre con VALORES: racionalidad, afectividad, relaciones, libertad, solidaridad, ética, devociones familiares, servicialidad, respeto, generosidad, justicia, verdad, escuchar, acoger, compartir, servir, disponibilidad, igualdad, equidad, trabajo, discernir…

            Esos valores los admiramos y los asumimos viendo la experiencia vital de Jesús, que salva la humanidad, Hijo de Dios: “este es mi Hijo amado, a quien he elegido” (Mt. 3,17). Estos valores forman el quicio…, la base interior del comportamiento humano, que le llamo DEBILIDAD SOLIDARIA ASUMIDA. Esta Debilidad Solidaria Asumida (DSA) me hace uno con el débil, es la raíz del “CON Y COMO”, (EE.EE. N°95).

La persona débil necesita de los otros. La persona débil no puede sostenerse por sí misma y necesita del otro/otra para poderse relacionar: “saco vacío no se para”; esa relación personal: acoger + escuchar + acompañar, compartir, discernir…, con el empobrecido genera un estilo de vida fortalecido y define una personalidad, “el Siervo”, el Servidor, la Servidora, (Is.42, 9-11).

Sin el Otro, sin la Otra, no soy, no puedo existir; nos necesitamos mutua y absolutamente… La “debilidad solidaria” tiene que ser asumida libremente. Es decir, el débil solidario conscientemente renuncia a una vida cómoda, segura, a la cual tiene derecho, para ir a hacerse solidario con los débiles y así lograr que el débil pueda salir de su miseria  fortalecido con mi debilidad solidaria asumida, (DSA), la debilidad nos fortalece (2Cor.12,8-10). Dios no quiere que nadie sufra.  El ejemplo más claro de la debilidad solidaria asumida es JESÚS, se despoja de la   divinidad para hacerse gente como nosotros (Flp. 2, 5-11).  

El nuevo sentidoque Jesús le da a la vida asumiendo la debilidad solidaria hace que la pobreza sea buena, lo malo es la miseria económica, la miseria moral y la miseria espiritual… (Cfr. El Papa Francisco, Mensaje de Cuaresma 2014).

 La experiencia de Jesús es válida “hoy, mañana y siempre” Heb.13,8-9. El estilo evangelizador de Jesús no pasa de moda. Jesús es referencia definitiva, absoluta, sea cual sea el tiempo en que vivamos; así lo vemos en los santos cual sea la época vivida d.C.

 Conocer a Jesús es un desafío personal y comunitario. Muchos queremos amarrar a Jesús a los intereses personales y grupales; pero Jesús se escabulle como el agua en nuestras manos…     Sin embargo, cuando vivimos la Debilidad Solidaria Jesús se hace presente sin llamarlo…, dándonos la Plenitud de Vida: ”porque estuviste conmigo y como yo…”