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Cultura y sociedad | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

Sorprende la actitud y capacidad del dominicano de empujar hacia arriba, de dejar su huella en las naciones a las que inmigra. Estados Unidos es un buen ejemplo de ello, principalmente la ciudad de Nueva York. Allí se expresa la dominicanidad en todos los ámbitos de la sociedad, tanto en el nivel político, como el económico y cultural. 

El congresista Adriano Espaillat y el concejal Ydanis Rodríguez del Distrito 10 nos llegan a la mente, en el terreno político. Pero solemos pasar inadvertido que el presidente del poderoso Partido Demócrata, Tom Pérez, es hijo de padre y madre dominicanos.

En el sector de la economía, el alma nacional se ha adueñado de los supermercados de la ciudad y viene expandiéndose por ciudades limítrofes tanto de Nueva Jersey como de Connecticut.

Pero en el ámbito cultural y artístico (dejemos a un lado por hoy el deportivo) el dominicano se la viene jugando a pulso en todas las manifestaciones creativas. No tenemos espacio para citar tantos nombres que nos saltan a la mente, pero citemos al azar a Junot Díaz, Julia Álvarez y a José Acosta, en la literatura. A Michel Camilo, a Irka Mateo, a Edwin Lora y a toda la caterva de bachateros, mamberos y merengueros que pueblan aquella urbe.

En las artes visuales, Ada Balcácer está en Miami dando cátedra de la perfección y sustancia del arte de pintar. Julio Valdez, Pepe Coronado, Scherezade García, entre otros, tienen el empuje de artistas de primer nivel.

Es en este contexto que Tony de los Santos, René de los Santos, Tany Pérez y Jimmy de los Santos se unen para presentar la colectiva “Cuatro en Una”, una muestra pictórica con esencia santiaguera en la Sala de Eventos Andrés Francisco Requena del Comisionado Dominicano de Cultura en los Estados Unidos, del 14 al 29 de junio de 2018. Esta entidad es una extensión, en EEUU, del Ministerio de Cultura de la República Dominicana.

Con el título de la exhibición, “Cuatro en Una”, los artistas se refieren al trabajo de museografía que implantan al particularizar los trabajos de cada uno, que cada flor brille por su cuenta, como si fueran cuatro muestras individuales en un sólo espacio.

Consecuentemente, ahí está Tany Pérez, con sus mariquitas, esos pequeños, beneficiosos y vistosos insectos, que los gringos llaman Lady Bug y los ingleses, Lady Bird. Pero Tany los pinta emparejados, enamorados y copulando como si tuvieran percepción o sentido del vivir, o del amor.

De su lado, la familia De los Santos es profusa en sujetos dedicados al arte de pintar. Emblemático es Danicel, el seudónimo plástico de Danilo. Si, ese mismo, el historiador y crítico de arte, el gurú. 

Jimmy De los Santos emigró a EEUU luego de iniciar carrera de medicina y estudios en Bellas Artes de Santiago. En Miami, Florida intenta, sin éxito, continuar la medicina, se traslada a Nueva York, y persigue las musas para transformarse en un pintor poco apresurado. Sus temarios revelan su pasión por los peces y peceras, los gallos lo revelan como “un gallero del pincel”.  

Esta vez Jimmy también se sumerge “en el paisaje impresionista de color local”. Igual, “pinta nocturnos con reminiscencias románticas y simbolistas”, según me explican los organizadores.

Rene De los Santos se define en las artes visuales con un estilo naif, específicamente referente a la pintura, dibujo o gráfica. Sus obras hacen alusión “a la ingenuidad, la humildad y a la creación misma”. Sus pinturas, afirma, “contienen multiplicidad de interpretaciones en el Ser y de si llegásemos a entender cabalmente las arquitecturas infinitas de la creación universal”.

Rene deja ver tonalidades filosóficas en la definición de su trabajo. -- Me enfoco en el centro del ojo, porque es eterno, es el que siempre está mirando y es el símbolo del conocimiento. Es constante, observa lo bueno y lo malo, es el principio y el fin de todo --, dice. 

Sus lienzos conforman una “retrospectiva donde la imaginación, la femineidad y los sueños danzan en un recorrido de colores que el artista viene intensificando cada vez más”.

En cambio, Tony De los Santos se adentra en la paranoia del dominicano, donde su segunda naturaleza es permanecer “chivo”. Anclado en esta alucinación “sembrada en la psiquis del pueblo” Tony presenta la serie “EL CHIVORUM”. Cuidado con el fraude, la desconfianza de todos contra todos, mantente chivo. 

Y en esa actitud, Tony se aventura “a imaginar los vericuetos de la psiquis del pueblo caribeño”. Él la explica así:

-- “En Dominicana, ‘Un Chivo’ es un fraude, cuando hablamos de asuntos académicos, sobre todo, en época de exámenes. ‘El Chivo’, en el país político, fue uno de los muchos apodos que terminaron nombrando al tirano Trujillo. “Una Chiva” o “Chivirica”, en términos sexuales, es una mujer coqueta que suele insinuársele con desparpajo a los hombres”.

-- ‘Un Chivo’ es un área dejada sin pintar por un pintor descuidado e inexperto. Entrar sin pagar en un sitio donde el acceso requiere pago previo, es colarse como cualquier “Chivo azuano”. “Chivo sin ley”, significa desorden, o persona que hace siempre lo que le da la gana”, continúa teorizando.

En consecuencia, CHIVORUM, “nos invita a permanecer alerta”. A cultivar la desconfianza hacia algo o alguien. Ser cuidadoso, nos evita caer en ganchos. Conocer los cambios, adversos o beneficiosos es de rigor para definir el rumbo a seguir. 

Tony es tan chivo que nos invita a estar chivo cuando alguien toca a la puerta. “pues, aunque Bethoven, de un toque de puerta (tam tam tam tam) sacó la 5ta. Sinfonía, a usted lo único que le puede salir es un mero chivo”.

En suma, el Lic. Carlos Sánchez, comisionado de Cultura, invita a remozar el alma con la descarga artística-intelectual de estos cuatro artistas del pincel dominicanos y santiagueros.

A mis amigos lectores de la Gran Manzana, por favor, ¡Vayan, sean parte de esta búsqueda creativa! Y dominicana!