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Medio Ambiente y Cambio Climático | Fuente Externa

Biólogos, científicos, submarinistas o turistas que han hecho la inmersión dan unos testimonios coincidentes: “Los corales parecían fantasmas blancos blanqueados que salían del fondo del mar”, “en todas partes, eran de color blanco brillante”, “es como si hubiera nevado en el arrecife”…

 Las descripciones fantasmales de ese tipo quedan confirmadas en una completa recopilación de los expertos que han evaluado el impacto que está teniendo el proceso de blanqueamiento de la Gran Barrera de Coral de Australia, situada frente a su costa oriental de este continente. Un fenómeno extrapolable a otras partes del planeta.

Los resultados del informe australiano –dado a conocer el pasado miércoles– señalan que el 93% de los arrecifes coralinos están afectados por este proceso de blanqueamiento o decoloración. Daños de diversa índole –pequeños, medianos o graves- se suceden de norte a sur, a lo largo de los 2.300 kilómetros de longitud del Arrecife paralelo a la costa australiana oriental.

“Nunca hemos visto nada con este nivel de blanqueamiento antes. Es como si la zona norte de la Gran Barrera de Coral hubiera sufrido diez ciclones a la vez”, dice Terry Hughes, coordinador del Grupo de Trabajo Nacional Blanqueamiento del Coral de Australia, que ha estudiado y documentado este fenómeno.

Un total de 911 arrecifes individuales han sido sobrevolados, tanto en helicóptero como en aeroplano, en una investigación que ha permitido delimitar la extensión y la severidad del blanqueamiento de la Gran Barrera de Coral. Y de todos ellos, sólo un 7% se escaparon íntegramente al proceso de decoloración. Además, de los restantes 316 arrecifes, entre el 60% y el 100% están gravemente afectados, casi todos en la mitad norte del Arrecife. Concretamente, el blanqueamiento es extremo en una franja de unos 1000 kilómetros comprendida entre Port Douglas y el Estrecho de Torres, que separa Australia de Papúa Nueva Guinea.

Isla de Lady Elliot, frente a Queensland
Isla de Lady Elliot, frente a Queensland (David Gray - David Gray / Reuters)

El masivo blanqueamiento de los corales se produce por el aumento de las temperaturas del agua, atribuido fundamentalmente al cambio climático, agravado este año además por El Niño, un fenómeno cíclico consistente en un calentamiento de las aguas del Pacífico ecuatorial, con impactos en todo el planeta. Estos corales ofrecen una de las pruebas más clara del calentamiento del planeta. Las temperaturas del agua del mar este verano austral han sido 2,5 grados por encima de lo normal, según las autoridades del parque marino de la Gran Barrera de Coral.

¿Y cómo se produce la pérdida de color? Cuando las aguas se calientan demasiado, el coral expulsa las algas que le rodean (las zooxantelas, que satisfacen sus necesidades energéticas y le confieren su especial color), con lo que el coral se vuelve translúcido y blanco. Es la señal de que ha muerto, aunque si el agua se enfría, sobrevive y puede recuperar el color. El problema afecta a todas las especies de coral, incluyendo los corales viejos o de crecimiento lento, que pueden tardar décadas o más tiempo para recuperarse.

En Australia, concretamente al norte de Port Douglas, la mortalidad de los corales alcanza promedios cercanos al 50%. Y en algunos arrecifes concretos probablemente exceda el 90%, según ha explicado Andrew Baird, experto del Centro de Estudios de los Arrecifes de Coral.

“Actualmente, estamos registrando el más prolongado blanqueamiento nunca observado”, señala Mark Eakin, coordinador del observatorio de los arrecifes de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. Lo que complica la recuperación es que el blanqueamiento se ha repetido varios años seguidos, lo cual impide que se regenere. “El blanqueamiento puede llevar a la muerte de los corales si el estrés ambiental dura demasiado tiempo. Y eso es lo que ha estado ocurriendo en la zona de la isla Lagarto durante algunas semanas debido a las altas temperaturas del agua así como al estrés”, señala a este diario Anne Hoggett, directora de la estación de investigación de la isla Lizard, (en el extremo nororiental de Australia). “La temperatura alcanzó su pico máximo hace tres semanas, pero los corales siguen muriendo. Tendremos que esperar aún unos meses para saber el índice de mortalidad, pero creemos que habrá una pérdida de al menos el 50% de los corales de aguas poco profundas”, añade Hoggett en conversión mediante correo electrónico.

Los arrecifes de coral atesoran una gran valor ecológico. Son el hábitat y la zona de cría que mantiene a numerosas especies marinas, que obtienen aquí alimento y refugio. “Algunos pequeños peces e invertebrados, como los cangrejos, necesitan los corales vivos como hogar. En circunstancias normales, estos animales se moverían hacia corales cercanos; pero ahora virtualmente todos los corales se ven afectados, por lo que no les quedan muchas opciones para buscar refugio, Hoggett. “Hemos visto menos pequeños peces y cangrejos muertos en la base de corales blancos. La muerte del coral tiene un efecto en cascada en los ecosistemas”, sentencia.

Por el contrario, al sur de Australia (ver mapa) el blanqueamiento es menor. Los arrecifes situados más al sur han escapado de los mayores estragos del blanqueamiento gracias a que las temperaturas de agua se acercaron a los valores normales en los últimos meses. “En todos los casos, la localización del blanqueamiento más grave coincide con los sitios en donde la aguas más cálidas se han mantenidos períodos más largos”, explica el profesor Hughes.

Un valioso tesoro ecológico amenazado

Los arrecifes de coral son un valioso tesoro del que dependen cientos de millones de personas, que obtienen en ellos alimentos y protección costera frente a las tormentas y la erosión. Son un hábitat valioso, y también zonas de pesca, de recreo y de actividades turísticas.

Los corales mantienen una estrecha relación simbiótica con un género de algas microscópicas llamadas zooxantelas, que les proporcionan alimento y color. Cuando el agua se enfría o se calienta demasiado, el coral se estresa, y su sistema reproductor se colapsa. No puede procesar el oxígeno de las algas y las expulsa. Es así como se blanquea, hasta morir en un mes; aunque si el agua se enfría antes y el sol sigue brillando, sobrevive y recupera el color.

Al problema del calentamiento se suma la presión pesquera que sufren estas zonas, así como la contaminación por los vertidos costeros. Sin estas algas, los corales pierden una significativa fuente de alimento y son más vulnerables. Con la muerte del coral, los arrecifes se erosionan, se pierden hábitats marinos y las franjas costeras que antes estaban protegidas quedan expuestas a la destructiva fuerza de las olas y los temporales marinos.

FUENTE: La Vanguardia

 Barcelona 

http://www.lavanguardia.com/vida/20160425/401336574859/blanqueamiento-corales-gran-barrera-australiana.html