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Opinión | Riamny María Méndez Féliz

Hay gente muy pobre, hay gente muy rica, y en el medio de todo eso, hay una lucha por llegar a esos pocos puestos que te mantienen en la ilusión de que eres de clase media o media alta

 En Libertarias conversamos con la socióloga e investigadora Jenny Torres. El tema inicial era el clasismo en la sociedad dominicana, pero como los prejuicios, las discriminaciones y las opresiones están imbricadas, hablamos también de racismo y patriarcado. 

Libertarias. ¿En República Dominicana hay clasismo o no hay clasismo? Porque hay gente que dice que aquí no se discrimina por nada…

Jenny Torres. La gente que dice que aquí no se discrimina por nada, suele ser del grupo que ostenta un conjunto de privilegios, y no los discriminan, evidentemente. 

Hay un conjunto de ejes de desigualdad, que son los principales de América Latina, y aquí hay unos cuantos más. Aquí se discrimina, vamos a comenzar: por donde resides, por ser del campo y no de la ciudad; y se discrimina por color de piel, que es uno de los ejes de desigualdad más fuertes.

No existe una base de datos confiable, hasta ahora, que nos ayude a expresar o presentar estadísticamente esos datos, pero lo vemos en lo cotidiano, en nuestras calles, por los lugares que ocupan el vendedor ambulante, las personas que atienden la banca, los guardianes. Las personas que hacen lo que algunos sociólogos llaman “trabajos sucios”, sucios por la forma en que la economía los trata: no tienen protección social y la paga es tan baja que hay grupos que pueden aprovecharse de una población que vive en condiciones de pobreza muy fuertes en nuestro país.

Como dice el sociólogo Rubén Silié en un ensayo, en la República Dominicana se solapan la población en condiciones de pobreza con las personas de tez negra. Puedes hacer un checklist.  Los que dicen que no hay clasismo, con frecuencia tienen ese conjunto de privilegios: son blancos, hombres, tienen buena posición económica… y enseguida saltan con eso.

Libertarias. ¡Y hay gente que dice que no hay racismo, sino clasismo!

Jenny Torres. Exactamente, como si una cosa fuera mejor que la otra. En ese sentido, me gusta mucho un abordaje que hace Aníbal Quijano, sociólogo peruano, uno de los padres del concepto de colonialidad del poder, habla de que tenemos cruzados el clasismo, el racismo y el patriarcado.

Cuando dicen que no somos racistas, que somos clasistas, indirectamente están admitiendo que sí, que somos racistas. Si aquí se hiciera un análisis serio de las cárceles, por ejemplo, nos daríamos cuenta de que están llenas de gente negra de los barrios, no porque la gente negra de los barrios sea la más delincuente del país. Sino porque está ubicada, diría Bourdieu, en el último lugar del escalón, donde la Policía entra y sale, porque la Policía existe para proteger esa clase media, media alta, en esta sociedad clasista, racista, capitalista y patriarcal, que cree que la gente de los barrios es de quien la policía nos debe proteger.

Sabemos, porque está demostrado, que no es cierto que hay una relación entre pobreza y delincuencia. Hay un aprovechamiento de los imaginarios construidos para seguir diciendo en Capotillo son ladrones, en la Ciénaga son ladrones; y de ahí sale la persona que te cuida los hijos, el guardián, el maestro constructor que va a hacer tu vivienda.  Los hemos colocado con todos esos imaginarios en ese lugar social para que se ven obligados a hacer las cosas por poca paga.

Fíjate qué tanto clasifica esta sociedad, que se le dio marcha atrás a una resolución que pretendía darles derechos a las empleadas domésticas. ¿Y qué es esto?  ¿Qué es el empleo doméstico? Una clasificación, una categorización de un trabajo que no otorga derechos, supeditado a la buena fe de la patrona o el patrón, que en este caso es una familia y que reproduce el esquema de categorización que existe en la estructura laboral y en la estructura social en general. Negar eso es como una fantasía. Diría que la gente quiere dormir tranquila, que quiere repetirse frente al espejo: aquí no hay racismo, aquí no hay clasismo.

 Libertarias. Quizás en Santo Domingo, Santiago y una parte del Este es donde más se percibe el clasismo y las diferencias de clases, esta segregación, y en los pueblos se vive distinto…

Jenny Torres. Poseer capital económico es fundamental para pertenecer a una clase alta, pero además está el tema de los gustos. Fíjate que los nuevos ricos, producto de cualquier golpe de suerte que haya tenido una persona de clase baja, o media baja, no entran en esa categoría de clase. No solo por la percepción, sino que hay construido toda una estructura y una cultura, de qué te tiene que gustar, cómo te tienes que comportar, cómo tienes que vivir, porque tienes que manejar todo un acervo que está legitimado como de clase alta.

Y de ahí es de donde viene todo ese desprecio a lo que no está en ese margen, tienes esa clasificación. Hay burlas en las redes sociales en contra de las personas a las que les gusta el reguetón, la bachata. Si se presenta una ópera el que va es el de clase alta. Fíjate como el término barrial se asocia a gustos, formas de bailar, de vestir, que no son socialmente aceptados.  Ese conjunto de capitales incluye ese capital social, que determina con quien salgo a cenar, a qué lugar puedo entrar, con quien me codeo.

En pueblos como Elías Piña, que son muy pobres, esa desigualdad no está tan presente.  Pero te hablo de mi pueblo, San Cristóbal. Allá se hace cada vez más popular vivir en residenciales cerrados, en algunos no dejan entrar ni deliverys. Tienen su supermercado, su cancha, los niños no tienen interacción con los que están a su alrededor, tienes niños que solo se van a juntar con otros cuyos padres pudieron comprar esas casas.

Libertarias. Quizás también aquí el oficio que ejerzas impacta, marca mucho a las personas, no se trata solo de algo que haces para ganarte la vida, también tiene implicaciones de pertenencia a clase y espacios muy marcados…

Jenny Torres. El espacio público es muy segmentado. Hay un elemento que es el seguro de salud, los seguros. El oficio determina el seguro de salud, y el seguro es también determinado por el oficio. Las empleadas domésticas y un conjunto amplísimo de trabajadores que está en el mercado informal o no tiene seguro o tiene un seguro SENASA (subsidiado).

Los que nos creemos clase media y somos empleados tenemos el seguro contributivo, podemos ir a una cliniquita.  Si vivimos en un pueblo, nos distinguimos del otro que va al hospital público, es muy fuerte. He escuchado a la gente decir mi SENASA es contributivo, tienen que hacer nota esa distinción entre el contributivo y el subsidiado. Y está el complementario: platino, gold, y así ya puedes ir a clínicas de mucho mayor calidad (o prestigio) …

Y hay otra clase social, porque la gente cree que porque puede comprar un apartamento en determinado edificio ya es de clase alta, y no. La clase alta aquí puede tener el seguro internacional, le da un sarpullido y se va a Miami, o va a comprar su ropa en el extranjero o a hacer la compra del supermercado fuera del país, esto más común de lo que te imaginas. Ese conjunto de elementos va definiendo quien es de clase media alta o alta.

También hay un grupo que se cree clase media, porque tiene un carro y un apartamento, endeudado hasta la coronilla, pero puede ejercer derechos, que se supone que deben ser para la población. Y como los derechos aquí se compran, pues el de clase media, endeudado, puede poner a los hijos en una escuela bilingüe o semi bilingüe.

Ahora, en cualquier movimiento de la economía a esa clase media se le degrada la calidad del salario, y se encuentran en una suerte de espacio vacío, porque no tienen esa capacidad económica. Están endeudados, disfrazados de clase media, y tampoco quieren vivir en una zona que los equipare a sectores de clase baja o sectores empobrecidos.

Me he topado más de una vez con gente que ha tenido que ir a La Islita de Sabana Perdida, que lo advierte, que dice estoy de aquí de forma temporal no soy igual que esta gente. No es que la gente sea buena o mala, es que hay un conjunto de códigos, de símbolos que nos bombardean, nos dicen en qué lugar estamos, y a la gente no les gusta estar ni sentirse abajo.

Libertarias. ¿De dónde viene todo este clasismo? ¿Por qué esta sociedad es tan desigual?

Jenny Torres. El origen del clasismo está muy amarrado al colonialismo. Tenemos ese cruce de desigualdad relacionado con la forma en la que fuimos colonizados. Quijano habla de la colonialidad del poder, todo fue atravesado por los procesos de colonización.  Y eso todavía pesa en nuestra forma de vernos, de ver la historia. No sé si como país llegaremos un día a deconstruir y reconstruir lo que somos.

A veces la gente dice es pasado, es historia, ya pasó y no.  Ya nos somos colonia, pero seguimos bajo la colonialidad del poder.  Fuimos construidos sobre esa categorización del español que llega como dueño del territorio, como poderoso. Luego nos quedan los criollos, una liga de un español con alguna persona africana o alguna persona que pudo haber quedado de los pueblos originarios de este territorio, y se van formando capas, esas clasificaciones que persisten hasta el día de hoy. Hubo personas racializadas que se denominaron blancos de la tierra, que decían soy superior a ese que no es de aquí o al que continúa esclavizado o es cimarrón.

¿Por qué somos un país tan desigual? Vamos a los puestos de trabajo y miremos a los gerentes. Estoy hablando de los puestos de poder de verdad, vamos a analizar las membresías de las organizaciones del empresariado: vamos a ver gente blanca, generalmente hombres. Ya en los puestos gerenciales puede haber un “indio”, o sea un negro de piel más clara, al que le decimos “indio” para no decirle negro y está esa estructura organizada de acuerdo con el color.

Ahora, mira quienes son las empleadas domésticas, mira el color de quienes hacen ese trabajo. Modificar esas estructuras es un trabajo muy arduo y no estamos dispuestos a hacerlo.

Fíjate el espectáculo que se montó porque un grupo de activistas del feminismo negro protestaron por esa estatua agresiva que está en el parque Colón, donde está Anacaona postrada ante Colón, prácticamente sirviendo a Colón.

Libertarias. Es extraño, porque también hay un indigenismo que se usa para negar la negritud…

Jenny Torres. Sí, pero en esa categorización ese indígena se considera inferior al blanco. Fíjate que el comentario más común cuando hay alguna estafa es:  aquí todavía hay indios. Colocan a las personas de pueblos originarios en un nivel inferior al blanco europeo. Está todo imbricado, capitalismo, racismo y patriarcado.

Libertarias. Sí, volviendo a la desigualdad económica, incluso en el contexto de América Latina, República Dominicana es particularmente desigual…

Jenny Torres. Es que tampoco hay forma de entender la pobreza y la desigualdad, si no entendemos la estructura del mercado laboral dominicano. Tenemos muchos años cometiendo el error de elegir indicadores que ratifican institucionalmente la desigualdad, porque están basados en ingresos con unos mínimos irrisorios. Mira como nos clasificamos ahora, pobres y no pobres, nadie habla de ricos. No hay posicionamiento político frente a la pobreza.

Centramos la responsabilidad en la persona, y es la persona que tiene que fajarse, luchar y ocupar puestos de trabajo supuestamente con más dignidad. Es alta la la cantidad de trabajo que debe tener una persona para acercarse a la canasta del quintil mas bajo. Tenemos un mercado laboral precario, explotador. Hay que usar las palabras que hay que usar, dejarse de esa tontería de decir pobre y no pobre.

Hay gente muy pobre, hay gente muy rica, y en el medio de todo eso, hay una lucha por llegar a esos pocos puestos que te mantienen en la ilusión de que eres de clase media o media alta. La mayoría vive en la lucha por sobrevivir.  Permitimos eso porque el 56 % del mercado de trabajo es informal. El mercado informal implica que no tienes derechos, no vas a tener pensión, piensa en la desigualdad del futuro. Y tienes que comprar la educación, la salud, el transporte, la vivienda, ¿Cuáles son los derechos que nos ofrecen los gobiernos? Son mínimos y de poca calidad.

 Libertarias. Hay más mujeres pobres que hombres pobres, ¿cómo explicar esta realidad?

Jenny Torres. Se conoce como feminización de la pobreza.  El dato está atado al mercado laboral. Las mujeres están en desventaja.  El primer aspecto tiene que ver con el desempleo. La tasa de desempleo es mayor para la mujer. Ha habido avances, pero la brecha se mantiene intacta, la mujer da un paso y el hombre dos.

En las ramas del mercado de trabajo donde están las mujeres ― salvo en el sector financiero, que se comporta distinto ― se paga menos.

Muchas mujeres trabajan en el sector salud, en educación y en bares y restaurantes. Las mujeres trabajan como camareras, por ejemplo, y otras tareas de ingresos bajos. Muchas están en el hogar, haciendo trabajo doméstico no remunerado.  ¿Qué va a pasar mañana con la pensión de las mujeres?

Hay que mirar al pasado y también ver a futuro. El futuro de las mujeres es supercomplicado porque hay una carga fuerte por los roles asignados, que tienen que ver también con la colonialidad del poder. Esos roles van a tener a la mujer atada. Hay que poner atención a lo que pasa con la mujer pobre, negra, del campo, de la frontera, de la loma… Tenemos que poner mucha atención, porque de repente podemos quedarnos en un discurso vacío de que vamos a empoderar a la mujer…

Debo confesar que a mí no me gusta demasiado la metáfora del techo de cristal, no me gusta tanto, no digo que esté mal, es interesante. Me está diciendo que, aunque tengas una buena formación, y tengas el capital, la sociedad te dice que no puedes ser presidenta por ser mujer. Es un análisis importante que hay que seguir haciendo.

Pero hay otra metáfora, la del piso pegajoso. Tienes a una mujer con una carga de trabajo en la casa, que es tremendo, que no tiene ingresos, que vende habichuelas, que lava, que plancha, que hace cualquier cosa, que establece redes con la vecina para sobrevivir, y por mas que trabaja nunca se despega del piso. esa metáfora no parece ganar tantos adeptos como la del techo.

Siento que esto es, sobre todo, lo que tenemos que combatir.  Y ahí viene el capitalismo, porque es una gente exprimida. Entra el patriarcado, porque ser mujer le impide avanzar en muchas cosas.  Y también el tema de la herencia colonial, porque pueden ser, en el caso de la sociedad dominicana, mujeres negras.

 

 *La Canoa Púrpura es la columna de Libertarias, espacio sobre mujeres, derechos, feminismos y nuevas masculinidades que se transmite en La República Radio, por La Nota.