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Opinión | Telésforo Isaac / obispo Iglesia Episcopal Dominicana

Saulo de Tarsis, a quien conocemos como el apóstol Pablo, fue el autor de Cartas o Epístolas que se leen en los cultos de las Iglesias Cristianas, por los devotos que ocupan espacio y tiemplo en la lectura de las Sagradas Escrituras y ejercicios devocionales; pues, estas resultan ser profundos documentos de enseñanza y espiritualidad. 

Las Cartas de Pablo (para algunos son 9 para otros son 13) fueron escritas antes que los tres Evangelios Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas); entre los años 50 y 55 d. C. Los evangelios fueron escritos entre los años 60 y 70 d. C. (Vidal Manzanares 1993). Estos escritos han servido para explicar e inculcar de manera clara y concreta, el plan divino de Dios para redimir a los seres humanos caídos desde la aparición en el Edén; estas cartas aportan, de manera explícita, qué Dios amó al mundo, y por su misericordia se digna redimir a los que desobedecen y caen en pecado.

 Las epístolas enseñan que la época de las leyes de Moisés para el pueblo, han sido suplementadas por la venida de Jesús, quien es el “camino, la verdad y la vida” que conduce las almas a Dios; estos mensajes escritos hacen revelaciones y exhortaciones acerca del drama de expiación que ha complido cabalmente por el nacimiento, vida, ministerio, pasión, crucifixión, y resurrección de Jesús el Hijo de Dios; pues, es el Cristo el enviado al mundo, para redimir y dar salvación a los que creen en El. Por tanto, los escritos de Pablo son fuentes de la doctrina teológica cristiana, ruta de orientación, modelos moralizadoras, y ejemplos de ministerio misionero evangelista. 

De las nueve cartas que se creen auténticas del apóstol Pablo, la más importante es “Romanos”. Tiene preeminencia por su contenido. Esta Epístola, documentada hace veinte siglos es considerada el más importante tratado teológico cristiano escrito; es considerado como el “evangelio” según Pablo, ya que así él entendió lo que hizo Jesús de Nazaret, el Verbo Encarado, Hijo Unigénito de Dios, crucificado y resucitado, redentor y salvador de los creyentes.

En esta obra de la carta de Pablo a los romanos, las más fundamentales creencias de la fe cristiana son especificadas. Se deduce que el autor redactó ese documento cuando estuvo en condiciones de tranquilidad, allí expone con cuidado y excelso recurso literario, conceptos bien ponderados y mejor expresados. Se supone que escribió en un tiempo cuando disfrutaba de sosiego, y no para hacer apología, apaciguar un conato de conflicto de autoridad, ni para aclarar contradicciones teológicas, o para apaciguar tenciones de los tipos que suelen aparecer en las iglesias de siempre. La Epístola a los Romanos se escribió bajo condiciones de placidez y esa condición se transmite hoy con la misma calidad que propicia fortaleza espiritual, claridad mental y elevación del alma.

 Al comienzo de la Epístola a los Romanos, 1: 6-7; el apóstol Pablo, hace una oración por los siervos de entonces y para los creyentes y lectores de ahora, dice: “Dios los ama, y los ha llamado a ser de Jesucristo, y a formar parte del pueblo santo. Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo derramen su gracia y su paz sobre ustedes”, y nosotros decimos: Amén.