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Opinión | Por Gisell Rubiera Vargas, M.A.

Los organismos internacionales, son instituciones de cooperación, cuyos objetivos finales son alcanzar acuerdos en temas de agendas comunes, que, por lo general, son asumidas por la mayoría de los países que se asociación, lo cual les garantiza legitimidad, validez y prestigio prácticamente universal.

Los organismos pueden estar orientados al abordaje de diversos temas, sean a nivel mundial o por regiones, conforme características transversales que pueden abarcar: el idioma, las condiciones socioculturales, factores económicos, posiciones geopolíticas y otras que permiten el trazado y validación de políticas comunes.

Como entes primordiales de cooperación, apoyo estratégico y mediación, los organismos internacionales han permitido hacer frente de manera conjunta, a los principales desafíos comunes que afectan al mundo, constituyéndose en referentes y los principales medios utilizados por los países para dar frente a las problemáticas actuales y preocupaciones futuras.

De aquí que los principales temas que afectan el desarrollo y la calidad de vida de las personas sean representados mediante distintos organismos que diseñan, ponen en práctica y dan seguimiento a políticas y estrategias destinadas a mejorar la situación.

Cuestiones como: La salud, el medio ambiente, la economía, igualdad de género, derechos humanos, seguridad alimentaria, comercio, educación y otros más que recogen también los intereses de los países, suelen estar representados en este tipo de organismos.

En particular, la mayoría de estas entidades, tienen sus orígenes en los países desarrollados, especialmente, en las grandes potencias económicas, desde donde surgieron los capitales que les permitieron convertirse en estas grandes fuerzas con poder e influencia mundial. 

A pesar de que muchos de estos organismos internacionales, son de larga data, que representan un gran poderío e influencia mundial y que cuentan con grandes capitales a su disposición, resulta cuesta arriba valorar el desempeño, la efectiva y capacidad resolutiva de los mismos, ya que, la mayoría de los países del mundo continúa lidiando con las mismas problemáticas que históricamente han afectado su desarrollo y con ello, la garantía de derechos fundamentales.

·         Entre otros aspectos, hay que destacar el tema medioambiental y como el mismo ya está empezando a causar estragos en todo el mundo, especialmente en países vulnerables. Las altas tandas de calor, inundaciones, sequías, incendios forestales, tormentas y huracanes cada vez más potentes y resistentes, sin dudas nos indica que las acciones no han sido suficientes o bien, llegaron tarde.

·         Aun en el siglo XXI, muchos países siguen luchando por alcanzar la soberanía alimentaria y la disponibilidad de alimentos para su gente y muchos otros, están sumergidos pobreza extrema y hambre.

·         Muchas comunidades alrededor del planeta no poseen garantías de servicios de agua potable ni acceso a servicios de educación y salud de calidad.

·         Las Migraciones irregulares, siguen siendo el pan nuestro de cada día, que han causado la muerte de miles de personas.

·         Posiciones de silencio o neutralidad ante conflictos internacionales.

·         Peligrosa combinación de pobreza, clima y violencia hace estragos en lugares donde no se han tomado acciones firmes y se desvía la atención del verdadero problema.

·         La brecha de género sigue siendo una deuda latente, con retrocesos en muchas partes del mundo. 

Ante los hechos, nos queda preguntarnos, si «Tal vez la muerte sea un obligado volver a empezar para poder inventar sueños nuevos». -Blanca Cotta-