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Opinión | Amy Goodman y Denis Moynihan:

El viernes 5 de enero, los pasajeros a bordo del vuelo 1282 de Alaska Airlines tuvieron suerte de que sus cinturones de seguridad estuvieran debidamente ajustados cuando un panel lateral de la cubierta del avión se desprendió por completo y dejó un enorme agujero en el fuselaje de la aeronave.

El incidente ocurrió poco después del despegue desde la ciudad estadounidense de Portland, estado de Oregón, cuando el avión había alcanzado más de 4.870 metros de altura. La rápida despresurización de la cabina le succionó la camisa a un pasajero adolescente y varias personas más resultaron heridas. Milagrosamente, nadie murió y los pilotos pudieron aterrizar el avión sin dificultades. Este Boeing 737 Max 9 era casi nuevo, pero ya había activado tres advertencias distintas de presurización de cabina. La aerolínea Alaska Airlines decidió limitar el uso de la aeronave a vuelos más cortos y evitar que hiciera trayectos sobre el agua. Si nos basamos en la historia como referencia, la razón por la que el panel se desprendió es sencilla: el extenso historial de Boeing en boicotear regulaciones, reducir costos y cometer delitos corporativos.

Si va a viajar en un avión de la compañía Boeing, abróchese el cinturón.

El destacado activista por los derechos de los consumidores Ralph Nader conoce muy de cerca la negligencia de Boeing. El 10 de marzo de 2019, su sobrina nieta Samya Rose Stumo abordó el vuelo 302 de la compañía aérea Ethiopian Airlines, un Boeing 737 Max 8 que tenía solo cuatro meses de uso. Minutos después del despegue, la aeronave descendió en picada y se estrelló. Las 157 personas que iban a bordo perdieron la vida. Este fue el segundo siniestro fatal de un Boeing 737 Max 8, luego del accidente del vuelo 610 de la aerolínea Lion Air, ocurrido el 29 de octubre de 2018 en Indonesia, que se cobró la vida de los 189 pasajeros y los miembros de la tripulación.

Casualmente, pocas horas antes de que ocurriera el incidente en el Boeing Max 9 de Alaska Airlines, Ralph Nader dijo a Democracy Now!: “Samya era una persona extraordinaria. Con poco más de veinte años, ya se perfilaba como una líder emergente en salud global. […] Fue una gran pérdida […], debida a la manera criminal en la que [la empresa] Boeing diseñó el Boeing 737 Max”.

Inmediatamente después del accidente del vuelo 302 de Ethiopian Airlines en 2019, la madre de Samya, Nadia Milleron, junto a otros familiares, acudió angustiada al lugar de los hechos en busca de respuestas. Desde entonces, Nadia ha luchado de manera incansable por la seguridad en los vuelos y para que Boeing rinda cuentas por lo sucedido.

Luego del siniestro en el avión de Alaska Airlines, Milleron dijo a Democracy Now!: “Estos aviones Max tienen problemas gravísimos, que han estado a punto de ocasionar accidentes en varias oportunidades”. Nadia explicó un método que Boeing utilizó recientemente para eludir la supervisión federal:

“Boeing está tratando de evadir las regulaciones en materia de seguridad. En diciembre de 2022, [los directivos de la empresa] acudieron al Congreso, porque la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos no… Todas las normas de seguridad están escritas con sangre. Todas ellas se implementaron porque ha muerto gente. Las regulaciones son una respuesta a esas muertes y para tratar de prevenir nuevos fallecimientos. Boeing acudió al Congreso y, a través de la ley de autorización militar, logró otra exención para la empresa”.

Boeing presentó el avión comercial 737 en 1967, hace más de medio siglo, y rápidamente este se convirtió en el caballo de batalla del transporte aéreo de personas. La compañía se apresuró a lanzar la serie actualizada de los 737 Max —que incluye los modelos Max 7, 8, 9 y 10— con el objetivo de competir con el consorcio europeo Airbus, que introdujo con notable éxito su versión actualizada del avión comercial Airbus 320.

Ed Pierson es director ejecutivo de la Fundación para la Seguridad de la Aviación y un ex alto directivo de Boeing, que trabajaba en la empresa cuando el Max 8 estaba en producción. En conversación con Democracy Now!, Pierson expresó: “Todo se hizo con apuro. Teníamos escasez de personal cualificado. Teníamos que lidiar [permanentemente] con todo tipo de problemas de calidad. La presión para cumplir con la agenda era terrible. Hay un dicho en la fábrica que dice 'la agenda es la que manda'. Mientras atravesábamos ese tipo de problemas, otras personas y yo verbalizamos nuestras preocupaciones e hicimos todo lo posible para intentar detener ese sistema de producción en ese momento. Por desgracia, no lo pudimos lograr”.

En respuesta a los dos accidentes fatales de 2018 y 2019, Ed se retiró de Boeing y lanzó la Fundación para la Seguridad de la Aviación, con el propósito de exigir la rendición de cuentas tanto de la industria como de los organismos reguladores, que con demasiada frecuencia ceden a las presiones.

“Este incidente [en el avión] de Alaska [Airlines] fue seguramente muy impactante para los pasajeros, pero para los que hemos estado observando esto por un tiempo, no es una sorpresa en absoluto. Desde que los aviones Max volvieron a volar, más de 20 defectos graves de calidad de producción han salido a la luz, […] algo que la opinión pública desconoce”.

El panel de cubierta que se desprendió en el vuelo 1282 de Alaska Airlines debía estar sujeto por cuatro tornillos. La aerolínea United Airlines informó que halló tornillos sueltos durante una inspección de sus aviones 737 Max 9 que estaban en tierra. Pero aunque todos los tornillos estuvieran ajustados según las especificaciones, eso es solo, como dice Ed Pierson, “la punta del iceberg”.

La compañía Boeing enfrentó cargos penales tras los dos accidentes de los 737 Max 8, pero llegó a un “acuerdo de procesamiento diferido” con el Departamento de Justicia de Estados Unidos, que, según Nadia Milleron, es ilegal, ya que no se consultó a las víctimas.

Las corporaciones que reducen costos para incrementar sus ganancias, poniendo vidas en riesgo, deben ser sometidas a las mismas normas que cualquier persona o entidad que haga daño a otra. Las compañías infractoras como Boeing deben ser llevadas a juicio, para demostrar, sin lugar a dudas, que los delitos cometidos por empresas no quedan impunes.