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Opinión | Por Gisell Rubiera Vargas, M.A.

La salud es un elemento primordial para garantizar el bienestar general de las personas, incluyendo los aspectos tanto físicos como mental.

Mantener un estado saludable, permite disfrutar de la vida, realizar actividades diarias y contribuir al máximo potencial con el desarrollo personal, familiar y social, además, la salud influye de manera directa en la productividad, calidad de las relaciones interpersonales, y la vida en general.

Sin dudas, la salud es un recurso valioso que impacta directamente en el desarrollo personal y social, es por ello por lo que, contar con un Sistema de Salud eficiente y de calidad, se constituye en un elemento vital, para garantizar el cumplimiento de este derecho fundamental y que los ciudadanos/as, tengan acceso seguro a dichos servicios, permitiéndoles prevenir la ocurrencia de afecciones y patologías o en su defecto, recibir tratamientos de manera oportuna, segura y sin traumas.

En nuestro país, la República Dominicana, acceder a servicios de salud de calidad, a través de seguros médicos enfrenta diversos desafíos que afectan a la población. A pesar de los esfuerzos para mejorar el sistema, persisten problemáticas que limitan la efectividad y equidad de los seguros de salud en el país, por lo cual, acceder a servicios eficientes,  más que un derecho se ha constituido en un lujo que no todos pueden pagar, debido a las elevadas tazas de diferencias a pagar, la burocracia y los procesos administrativos complejos que afectan la eficiencia del sistema de seguros de salud, la demora en la autorización de procedimientos médicos y la falta de coordinación entre proveedores de servicios, convierten los procesos en una verdadera lucha y traumas por la cantidad de retrasos y obstáculos en la atención médica.

Esta situación empeora cuando de cobertura se trata, ya que, en muchos planes de salud, sean complementarios o no, algunos tratamientos especializados, procedimientos específicos, medicamentos costosos y hasta de maternidad, pueden no estar cubiertos, dejando a los asegurados entre la espada y la pared, teniendo que sufragar de manera puntual los costos mensuales de un seguro de salud y al final, tener que asumir cargas financieras significativas, situación que puede ser desesperante y causa de impotencia, realidad que impacta negativamente en la capacidad de las personas para recibir atención integral, oportuna. 

La realidad es que, ante la existencia de un sistema poco eficiente y en absoluto burocrático, es indudable que los mismos posean un limitado enfoque en la prevención y la educación en salud, lo cual contribuye a la carga del sistema. Muchos dominicanos buscan atención médica solo cuando la enfermedad ha progresado, lo que aumenta los costos y reduce la eficacia de los tratamientos. Mejorar la conciencia y promover prácticas preventivas podría aliviar la presión sobre los servicios de salud, pero al parecer hay poca voluntad de invertir en esta parte.

Ante esta realidad latente en el día a día de los dominicanos/as que se ven obligados requerir servicios de salud mediante esta metodología de sumisión y sometimiento moderno, nos preguntamos, ¿realmente los seguros de salud responden a las necesidades de los pacientes o más bien, los mismo están orientados aumentar sus niveles de ganancias y beneficios económicos?

¿Cuál es la naturaleza real de los seguros de salud?

¿Se beneficia realmente al paciente?

Ante tantas inquietudes, nos quedan las propuestas.  

Los ciudadanos/as, debemos empoderarnos, exigir revisión de los servicios incluidos en los catálogos y tener acceso a los márgenes de ganancias que obtienen empresas que claramente existen por nosotros los usuarios/as, exigir los cambios que verdaderamente nos beneficien, porque está en juego nuestra dignidad humana, nuestros derechos y nuestro dinero.