“El derecho solo puede estar cimentado en la base de la justicia, prudencia, la igualdad e inclusión”.
“El feminismo es un movimiento político, social y filosófico radical que afirma a las mujeres como personas con derechos, mientras que el activismo feminista no se reduce solo a la reivindicación y la defensa de los derechos, sino que, ante todo, es un estilo de vida que exige empoderamiento y compromiso de quienes lo practican y lo difunden en sociedad, más allá de si son las propias mujeres o los hombres.
El feminismo no puede ser una actitud contemplativa. Como su propio nombre indica, el activismo feminista supone acción permanente, movilización, dinamismo y un compromiso incondicional con la defensa de sus principios”. https://blog.oxfamintermon.org/en-que-consiste-el-activismo-feminista/
Como herramientas de defensa por los derechos de las mujeres, el feminismo y el activismo, se sostienen en los Derechos Humanos y los derechos por las mujeres, prerrogativas sustentadas en la dignidad humana, cuya realización efectiva resulta indispensable para el desarrollo integral de la persona. Este conjunto de prerrogativas se encuentra establecido dentro del orden jurídico nacional, en nuestra Constitución Política, tratados internacionales y las leyes.
De esta manera, las reivindicaciones sociales que plantean tanto el feminismo como el activismo por los derechos de las mujeres no son vagas ideas, antojo o capricho de un sector, para generar condiciones de oportunismo y beneficiar a las mujeres.
Más bien, estamos hablando de un movimiento cuyas ideas y principios se encuentran totalmente claros, alineados y firmes en su objetivo, sin embargo, a pesar de ello, amplios sectores tratan de desmeritar con justificaciones absurdas los pasos y defiendas de estas organizaciones feministas, claramente con pretensiones justificadas en el deseo de perpetuar el machismo magnificado y mantener el control, poderío y privilegios que les otorga la sociedad, por el echo del género.
Existen amplias razones que justifican estas acciones:
1. Mantenimiento del status quo: Las estructuras de poder existentes a menudo benefician a ciertos grupos y cualquier movimiento que busque cambiar estas estructuras puede ser visto como una amenaza. Desacreditar el feminismo es una manera de mantener el status quo.
2. Desinformación y estereotipos: Muchas personas tienen una comprensión limitada o incorrecta del feminismo, a menudo debido a estereotipos negativos y desinformación difundida por medios de comunicación o voces influyentes.
3. Intereses económicos y políticos: Algunos sectores económicos y políticos pueden sentirse amenazados por las políticas de igualdad de género. Por ejemplo, las empresas que se benefician de la explotación laboral de mujeres pueden ver las demandas feministas como una amenaza a sus ganancias.
4. Patriarcado y misoginia: En muchas sociedades, las normas patriarcales están profundamente arraigadas. La misoginia y los prejuicios contra las mujeres y sus derechos pueden llevar a la desacreditación del feminismo.
5. Miedo al cambio: Los movimientos feministas y de derechos de las mujeres a menudo abogan por cambios significativos en las normas sociales, culturales y legales. Este cambio puede generar miedo e inseguridad en algunas personas, incluyendo mujeres, ya que tienen muy arraigada la idea del poder del hombre sobre la mujer.
6. División ideológica: En el ámbito político, algunos grupos pueden ver el feminismo como alineado con ideologías que no apoyan. Esto puede llevar a la politización del movimiento y a intentos de desacreditarlo por motivos ideológicos.
7. Mala representación y exageración: A veces, los extremos del movimiento feminista reciben más atención que las voces moderadas, lo que puede llevar a una percepción negativa. Los medios pueden enfocarse en casos controvertidos o figuras polémicas, distorsionando la percepción pública del movimiento.
8. Resentimiento y rechazo personal: Algunas personas pueden tener experiencias negativas o malentendidos con individuos feministas y generalizan estas experiencias al movimiento en su conjunto.
En última instancia, estos esfuerzos por desacreditar el feminismo y otros activismos por los derechos de las mujeres suelen reflejar una resistencia a la igualdad y el cambio. Es esencial seguir educando y promoviendo la comprensión para contrarrestar estas fuerzas negativas.
No es posible que muchas veces por “garantizar un derecho de los hombres”, las mujeres sean objeto de acciones, comportamientos, actos de injusticia, desafuero, irresponsabilidad, malas intenciones y conductas que irrumpen en sus derechos, les roba la calma, la tranquilidad, y la somete a estados de ansiedades, prácticamente obligándolas aceptar situaciones que vulnera esa “dignidad humana, ese derecho a vivir sin violencia ni discriminación, a gozar del más alto nivel de posible de salud física y mental”, que promueven los derechos de las mujeres.
La realidad es evidente, mientras tanto nos desgarra presenciar y vivir la realidad, también ganamos más fuerzas para siempre dar el siguiente paso y luchar por nuestra propia dignidad.