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Opinión | Riamny María Méndez Féliz

En los espacios públicos, hombres de cualquier estatus social, con mucha o poca educación formal, acosan a niñas y adolescentes.

A penas se empiezan a marcar las curvas de la adolescencia, a los 12 o 13 años, cuando ya hombres adultos se sienten con el derecho de “piropear”, es decir acosar, a cualquier muchacha que se le cruce por el frente en un parque, en un colmado, a la entrada de un edificio.

La cultura del acoso dificulta el uso del espacio público a las mujeres. No dejamos de ir al parque o al colmado, pero lidiamos con la incomodidad como bien podemos.  Algunas dejamos de caminar por ciertas calles a determinadas horas para evitar comentarios groseros sobre nuestros cuerpos o sentirnos en peligro. Esta situación de por sí ya es grave.

Pero más difícil es para una adolescente que lidia con los cambios propios de la edad, que con frecuencia generan inseguridad sobre el cuerpo, soportar los comentarios de desconocidos.

Y no, no importa como las niñas o adolescentes se vistan. Como todas las personas, merecen respeto. Y no, no son ellas quienes deben tomar precauciones, aunque muchas veces para intentar protegerlas les aconsejemos que no usen minifaldas si van a caminar solas o que mantengan la distancia de los hombres cuando vayan al colmado.

Hace poco vi a un hombre de 50 años “piropear” a una muchacha no mayor de 15 años. Lo miré con tanta desaprobación que él trató de justificar su comportamiento, con el argumento de que solo era un “piropo inocente”. No, no es un comportamiento inocente. Le dije que, de aquí en adelante, no hiciera comentarios a las niñas sobre su cuerpo, que las dejara en paz.

¿Saben qué es lo más grave? Hemos normalizado este comportamiento hasta el punto de que los amigos y conocidos de los hombres que acosan a las niñas y adolescentes en el espacio público no les llaman la atención sobre su mal comportamiento. ¿Si uno de tus amigos se pusiera en una esquina a gritar comentarios desagradables a todos los señores no le dirías nada? ¿Por qué entonces actúas como si no pasara nada cuando incomodan a las muchachas?

Sé que la mayoría de los hombres no acosa a menores de edad (hay que reiterar que también está mal acosar a mujeres adultas, pero ese es otro tema). Sin embargo, aceptar este comportamiento de parte de otros hombres y continuar una conversación o un juego de dominó como si nada hubiera pasado, los hace cómplices.

Tolerar el acoso a las niñas y adolescentes normaliza su sexualización y de alguna forma también valida la idea de que ya pueden “estar en relaciones”, o sea ser violadas, por hombres adultos. Afortunadamente ya la legislación dominicana prohíbe cualquier tipo de relación entre adultos y menores de edad. Pero la ley sola no basta, se necesita un cambio cultural para que dejemos de normalizar la sexualización de las niñas y adolescentes.

Así que haré una pregunta, especialmente a los hombres: ¿Qué harás la próxima vez que uno de tus amigos o conocidos acose a una menor de edad en tu presencia?