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Cultura y sociedad | Por Redacción Espacinsular

La información y la comunicación están transformando profundamente el
mundo en que vivimos. En vez de contribuir a crear comunidad y la
solidaridad, la comunicación pública tiende hoy a reforzar las divisiones,
ensanchar la distancia que separa a los pobres de los ricos, consolidar la
opresión y deformar la realidad a fin de perpetuar sistemas de dominación
y someter a las masas silenciadas a la manipulación de los medios de
información. Y, sin embargo, la comunicación sigue siendo el don mayor que
Dios ha hecho a la humanidad, sin el cual no podemos ser verdaderamente
humanos, reflejo de la "imagen de Dios". Tampoco podríamos disfrutar de la
vida en común en grupos, comunidades y sociedades que poseen diferentes
culturas y diferentes modos de vida.

Lo que ha impulsado a los miembros de la Asociación Mundial para la
Comunicación Cristiana (WACC) a examinar sus prácticas y políticas de
comunicación, fundándose en la Buena Nueva del Reino, es tanto el
potencial de solidaridad que tienen los medios modernos de comunicación
como las amenazas que entrañan para la humanidad.

Las orientaciones que se exponen a continuación son una expresión de
nuestro testimonio común de Jesucristo y de la esperanza que El nos ha
dado mediante el poder transformador de sus propia comunicación.
La comunicación desde una perspectiva Cristiana Paulino Menezes / WCC
Jesús anunció la venida del Reino de Dios y nos encomendó la misión de
proclamar la Buena Nueva a todas la naciones hasta la consumación de lo
siglos. Escuchar la Buena Nueva, vivir por ella y dar testimonio de ella:
he ahí la vocación básica de todo cristiano

Para poder cumplir esa tarea, los cristianos han recibido la promesa del
poder del Espíritu Santo. Es ese Espíritu el que puede convertir la
confusión de Babel en un Pentecostés de auténtico entendimiento. Pero el
Espíritu "sopla de donde quiere" (Juan, 3:8), y nadie, ni iglesia ni grupo
religioso, puede pretender controlarlo.

La Buena Nueva se dirige a la persona en su totalidad y a todas las
personas. Oramos por la venida del Reino y por nuestro pan de cada día,
por el reinado de Dios en el mundo futuro y en el "aquí y ahora". Para los
comunicadores cristianos, lo material y lo espiritual forman parte uno del
otro.

La comunicación del propio Cristo fue un acto de entrega personal. Jesús
"se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo" (Filipenses 2:7). Sirvió
a todos, pero asumió la causa de los materialmente pobres, de los enfermos
de espíritu, de los parias de la sociedad, de los débiles y oprimidos. Del
mismo modo, la comunicación cristiana debe ser un acto de amor que libera
a todos los que participan en ella.