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Opinión | Por Orlando Beltré

Durante las últimas semanas y meses he estado leyendo con bastante asiduidad todas y cada una de las distintas propuestas presentadas por los partidos políticos que integran la llamada "Izquierda Dominicana" (las izquierdas, como prefieren algunos) en el marco del llamado a la unidad lanzado por algunas de ellas, y con el que buscan formar un frente unitario alternativo (cito) "para arrancar el poder a la tradicional burocracia política empresarial corrupta y sometida al poder imperialista norteamericano".

Algunas de estas organizaciones incluso plantean aprovechar el escenario que se configura para el 2028 de cara a las elecciones generales para lograr tal propósito.
Todas y cada una de las ponencias presentadas insisten en la necesidad de “unidad”, “refundación” y “conquista del poder”; llamados que aunque urgentes y válidos, se hacen casi siempre desde una retórica hueca, sin más sustancia que consignas repetidas. Hablan de “revolución democrática”, “socialismo del siglo XXI” o “poder popular”, pero no articulan un programa realista, transformador y coherente que convoque y movilice a las grandes mayorías.
No se ha logrado entender que sin programa no hay proyecto, ni poder, ni pueblo. Qué no se puede aspirar a gobernar ni a conducir procesos históricos profundos si se carece de una propuesta concreta que dé respuesta a los desafíos materiales, institucionales y éticos de la República Dominicana contemporánea.
De manera concreta, ¿qué está proponiendo hoy la izquierda dominicana en términos de justicia económica? ¿Qué está planteando para transformar el sistema de pensiones y garantizar seguridad social digna a la clase trabajadora? ¿Cómo piensa distribuir la riqueza? ¿Qué es lo que en términos claros está proponiendo para democratizar el poder, para frenar la corrupción sistémica, para garantizar los derechos sociales y enfrentar la crisis institucional?
En las propuestas no se ve nada sólido para ninguno de estos temas. Solo frases vacías. Palabras que apelan a una nostalgia ideológica sin conexión con la realidad de un pueblo que sufre la desigualdad, la informalidad laboral, la falta de servicios públicos de calidad, el descrédito de las instituciones y la corrupción impune.
Una izquierda que no concreta, no convence. Una izquierda que no planifica, no construye.
La necesaria unidad debe basarse en un programa político verdaderamente realista y progresista, concreto, de paso a paso y de día a día, revolucionario, capaz de cambiar el modelo económico, redistribuir el poder, democratizar las instituciones y construir justicia social desde abajo.
En este escrito me permito plantear los ejes esenciales que a mí entender deben articular una verdadera unidad transformadora. Es un planteamiento que recoge los logros obtenidos por otras organizaciones en otras latitudes y que hago con toda humildad a la espera de aportar elementos para la definición de una propuesta consensuada.
1. Democratización radical del poder y participación popular
El nuevo proyecto político debe romper el presidencialismo autoritario y construir un Estado participativo, deliberativo y ético, basado en los siguientes pilares:
A.- Convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente para reformar la Carta Magna del país en busca de garantizar referendos vinculantes, iniciativa legislativa popular y presupuestos participativos en todos los niveles del Estado.
B.- Creación de una Ley Orgánica de Participación Ciudadana y Control Social, que establezca mecanismos institucionales para que el pueblo intervenga en el diseño, ejecución y evaluación de las políticas públicas.
C.- Establecimiento de consejos ciudadanos sectoriales (educación, salud, vivienda, medio ambiente) con voz y voto en las decisiones del Estado.
D.- Creación de una Escuela Nacional de Ciudadanía y Participación Pública, para formar una nueva generación de liderazgo democrático y popular.

2. Transparencia, ética pública y control social del poder
No podemos ignorar que la corrupción es estructural en el sistema político actual. Por tanto, se debe asumir la lucha anticorrupción no como consigna, sino como política de Estado:
A.- Reformar la Constitución para introducir el mecanismo de la Moción de Censura para que cualquier organización política o social pueda destituir al presidente de la República o a cualquier funcionario público con rango ministerial en sede parlamentaria ante una falta grave cometida en el ejercicio de sus funciones.
B.- Reformar el artículo 146 de la Constitución para consagrar la sanción efectiva del enriquecimiento ilícito y el derecho ciudadano a supervisar a los funcionarios públicos.
C.- Creación del Observatorio Nacional de Transparencia y Datos Abiertos, gestionado por la sociedad civil.
D.- Consensuar una ley que establezca el control ético y técnico ciudadano del desempeño de funcionarios públicos, con comisiones de evaluación, auditorías sociales y mecanismos digitales de denuncia anónima y protegida.
E.- Fortalecer la independencia del Ministerio Público y la autonomía de la Cámara de Cuentas.

3. Economía socialista Justicia y distribución de la riqueza
Bajo la convicción de que sin justicia económica no hay democracia real, el programa de gobierno de la izquierda debe poner la redistribución del ingreso y la democratización de la economía en el centro. Por eso se propone:
A.- Reforma fiscal progresiva, que aumente los impuestos directos a las grandes fortunas, elimine exenciones regresivas a sectores privilegiados y reduzca el IVA a los bienes esenciales.
B.- Crear un Fondo Nacional de Redistribución del Ingreso, para financiar becas universales, subsidios laborales e inversión social directa en comunidades marginadas.
C.- Crear un fondo social contentivo del 10% de las utilidades netas del capital para ser destinado a la participación laboral en los beneficios, ya sea en forma de bonos, ahorro colectivo o acciones preferentes.
D.- Dar apoyo formativo, técnico y financiero al modelo cooperativo, comunitario y autogestionario como alternativa al capitalismo concentrador y fomentar el emprendedurismo.

4. Seguridad social digna y retiro justo para los trabajadores
A sabiendas de que la actual estructura del sistema de pensiones, basada en la capitalización individual, es excluyente, ineficaz y humillante, debemos comprometernos a:
A.- Derogar el actual sistema de AFPs y establecer un sistema mixto y solidario con aportes del Estado, del empleador y del trabajador.
B.- El nuevo Estado deberá garantizar una pensión mínima equivalente al 75% del salario mínimo nacional, con indexación automática al costo de la vida.
C.- Se deberá permitir la jubilación anticipada voluntaria desde los 60 años con 30 años cotizados.
D.- Crear leyes que reconozcan el trabajo doméstico y no remunerado como base para el acceso a pensiones, especialmente en favor de las mujeres.
E.- Y finalmente sobre este particular, la propuesta debe incluir la creación de un Fondo Nacional de Seguridad Social Solidaria, financiado con impuestos progresivos a la banca y a las empresas tecnológicas para garantizar pensiones dignas a los trabajadores informales.

5. Reforma agraria, soberanía alimentaria y economía popular
La tierra y la producción no pueden seguir concentradas en manos de unos pocos. La propuesta debe incluir:
A.- Reforma agraria integral, con redistribución de tierras, acceso a crédito y formación técnica para el campesinado.
B.- Soberanía alimentaria como prioridad del desarrollo nacional.
C.- Fomento de la industria nacional, cooperativa y comunitaria, priorizando el mercado interno.
6. Reconocimiento de derechos humanos y diversidad social y cultural
A.-Inmigración y respeto a la dignidad
Aunque políticamente esté compartida por dos naciones, debemos aceptar y comprender que nuestra isla es única, física y geográficamente indivisible, y que los pueblos que la habitamos tenemos desafíos comunes a los que juntos daremos mejores soluciones. En ese sentido, la propuesta debe incluir mecanismos y políticas para erradicar los discursos de odio, exclusión social y xenofobia. Debe reconocerse que la población inmigrante, especialmente la de origen haitiano, forma parte del tejido productivo y cultural del país. Por tanto, la propuesta debe incluir:
- Reconocimiento jurídico pleno y no discriminatorio a toda persona nacida en suelo dominicano conforme a principios internacionales.
-Garantía de acceso igualitario a salud, educación y justicia para los inmigrantes, sin criminalización.
- Desarrollar campañas de concienciación que reconozcan los aportes culturales, económicos y sociales de las comunidades migrantes.
-Políticas de regularización con enfoque de derechos humanos.
B.- Igualdad sustantiva entre hombres y mujeres
No hay transformación verdadera sin igualdad de género y justicia feminista. El proyecto de izquierda debe incorporar:
-Paridad política obligatoria en listas electorales y en altos cargos del Estado.
-Reconocimiento y redistribución del trabajo doméstico y de cuidados, con servicios públicos de apoyo.
- Garantízar el acceso igualitario a la propiedad, al crédito, al empleo digno y a la educación para las mujeres.
- Promulgación de una ley integral para erradicar todas las formas de violencia contra las mujeres, con enfoque de prevención y justicia transformadora.
C.- Derechos de la población LGTBI+
Debemos cumplir con el deber ético de romper el silencio cómplice y defender activamente los derechos del colectivo LGTBI+, desde una perspectiva de dignidad e inclusión:
-Reconocimiento constitucional y legal de los derechos civiles de las personas LGTBI+: identidad, matrimonio igualitario, adopción, no discriminación laboral.
-Penalización efectiva de los crímenes de odio y la discriminación por orientación sexual o identidad de género.
-Políticas de inclusión social, educativa y laboral con perspectiva de género.
-Acceso igualitario a salud integral, incluyendo salud sexual y reproductiva.
Propuesta para la Unidad
Unir y refundar a la izquierda no es cambiar de logos ni crear nuevas siglas. Es consensuar una propuesta de país en torno a la cuál trabajar unidos. No se trata de recitar las viejas fórmulas, sino de enfrentar los desafíos presentes y futuros con una visión radicalmente democrática, socialmente justa y éticamente firme.
Los dominicanos y dominicanas no necesitamos que nuestra izquierda inventen nuevas siglas, lo que necesitamos es un proyecto de país. Uno que diga cómo se va a gobernar, qué se va a hacer con el poder, cómo se va a distribuirlo y con quién va a construirlo.
Porque sin programa no hay futuro. Y sin pueblo movilizado con propuestas no hay cambio posible.