Grandeza, el más reciente libro de Andrés Manuel López Obrador, constituye un vasto esfuerzo por dar su lugar a las civilizaciones mesoamericanas en una versión de la historia universal redactada desde el eurocentrismo y que sigue siendo la mirada dominante en la cultura contemporánea.
Es, asimismo, la reivindicación del legado social y ético de los pueblos americanos, de su resistencia de siglos y de su plena vigencia en el presente.
Basado en un enorme compendio de referencias de distintas épocas, el nuevo libro de López Obrador plasma además la búsqueda de los mecanismos en los que se fincan la estabilidad y el esplendor de las culturas y de las claves que conducen a su decadencia. El autor postula que la permanencia civilizatoria reside fundamentalmente en los pueblos y que son las élites gobernantes las responsables principales de los periodos de inestabilidad, guerra, postración y disolución.
Uno de los hilos conductores de dos volúmenes –Gloria, aparecerá el próximo año– es la denuncia del racismo y de los afanes de dominación y saqueo, actitudes que contaminan buena parte de la historiografía, de la literatura sociológica y hasta de los textos científicos de Occidente.
El ambicioso repaso arranca desde los orígenes de la especie humana, pasa por la conformación de las primeras sociedades sedentarias de las que se tiene noticia, transita por las culturas egipcia, babilonia, persia, india, china, judía, griega y romana y analiza el surgimiento del cristianismo, los valores que aportó a la humanidad y su conversión en ideología de Estado, que produjo algunos de los episodios más oscuros de la historia.
El ex mandatario lleva a cabo un minucioso relato del surgimiento de las civilizaciones americanas, desde el poblamiento de América –que fue el verdadero descubrimiento y la verdadera conquista del continente– hasta la invasión europea, para luego desenmascarar la calumnia histórica construida durante siglos en contra de esas civilizaciones: si el imperio español fue víctima de una “leyenda negra” urdida por los entornos intelectuales anglosajones, incurrió en una difamación análoga en contra de los pueblos a los que derrotó, masacró y sojuzgó durante largo tiempo.
Introducción
La intención de este análisis es demostrar que los mejores principios éticos y la bondad que poseemos como pueblo y nación provienen de aquello que heredamos de las grandes civilizaciones del México prehispánico. Para comprobar esta hipótesis me apoyé en el trabajo de antropólogos, sociólogos, historiadores, arqueólogos y otros científicos sociales; así como de expertos en biología, física y astronomía; también recurrí a especialistas tanto en la interpretación de códices y traducción de jeroglíficos como en el estudio de tradiciones y costumbres. A todo esto lo acompaña el modesto agregado de mi experiencia de años de trabajo en comunidades indígenas y la comprensión del pensamiento popular y de los sentimientos más íntimos que recogí a lo largo de mi peregrinar por comunidades y ciudades de todo el país.
Pretendo reivindicar con este libro la vigencia del México profundo y sus civilizaciones originales, sometidas y negadas, como lo describió el maestro Guillermo Bonfil Batalla, pues considero una ingratitud no reconocer que, debido a esas raíces y enseñanzas, los mexicanos de hoy somos libres, fraternos, trabajadores, honestos y felices. Por esas benditas culturas nuestro país ha resistido todo tipo de calamidades y su pueblo, aunque eventualmente desfallece, siempre se levanta y vuelve a ponerse de pie para seguir caminando hacia el porvenir.
Por eso es paradójico y absurdo que persistan actitudes discriminatorias, o la pretensión de que hay una supuesta superioridad de «razas» y clases sociales, cuando deberíamos estar infinitamente agradecidos y orgullosos por ser lo que somos: depositarios de un legado de valores morales y espirituales portentosos y ejemplares.
El estigma del masoquismo y del complejo de inferioridad fue impuesto por la invasión española, se mantuvo en el México Independiente, lo retomó el afrancesamiento de la élite en el poder durante el Porfiriato y aún está latente en la esencia del pensamiento conservador de nuestros días: naco, chairo, chinto, indio, pata rajada, indita, inculto, tonto, ignorante, maloliente, raspa, liso, muerto de hambre, pobre diablo, flojo, don nadie y otros epítetos más tienen como única explicación lo profunda que ha sido la colonización mental y la manipulación masiva, implantada por la oligarquía dominante en cualquier época.
Esta es la razón principal por la que escribo este libro: para explicar cómo se concibieron, fueron penetrando y pretenden mantenerse estos prejuicios perniciosos e inhumanos en tanta gente, y cómo han permanecido a lo largo de nuestra historia a pesar de movimientos tan profundos y radicales como la Independencia, la Reforma liberal y la Revolución mexicana, en específico con los cambios registrados durante el gobierno cardenista y, recientemente, con la toma de una conciencia colectiva nunca antes vista en nuestro país, promovida por la Cuarta Transformación de la vida pública de México.
La intención es, pues, refutar la historia inventada o tendenciosa basada, entre otras aberraciones, en atribuir a los pueblos indígenas de la Antigüedad supuestas prácticas de sacrificios humanos, el canibalismo y otros procederes de ese tipo y, por el contrario, con pruebas y argumentos, dar a conocer y exaltar la grandeza de las espléndidas civilizaciones mesoamericanas que han mantenido a México como una potencia cultural en el mundo.
Para llegar al tema principal con los antecedentes necesarios y con más elementos, decidí comenzar esta obra con el fascinante y complejo análisis sobre los orígenes del mundo, la naturaleza, las religiones, las antiguas civilizaciones, los imperios, las tiranías y, desde luego, la humanidad, la cual, independientemente del sexo, del género, y de las características físicas, ha demostrado ser buena y virtuosa. Según la definición más clásica atribuida a Cicerón: «El hombre ocupa el centro del universo, se halla erguido para admirar el cielo [y] para conocer a la divinidad, tiene el don de la palabra a diferencia de los animales y aspira a vivir en una sociedad civilizada, [basada] en la justicia, como dueño, en suma, de [una] creación a la que, a su vez, cuida y respeta».
La segunda parte del libro trata de cómo se llevó a cabo la única invasión constructiva que se ha registrado en América: la llegada a estas tierras de los Homo sapiens hace aproximadamente 20 000 o 40 000 años, para luego referirme al surgimiento de las civilizaciones de la época prehispánica; posteriormente, abordaré el tema de la llamada Conquista, además de ese periodo desconocido de casi tres siglos denominado Virreinato; para finalmente demostrar que lo mejor de los mexicanos de hoy lo heredamos de nuestro pasado glorioso.
Pienso que esa última parte les resultará más atractiva. A mí es la que más me apasiona por ser la más cercana e íntima, o quizá por aquella afirmación de Balzac de que «no hay nada como [...] los campesinos, la gente de provincia para estudiar a fondo sus asuntos en todos los sentidos». Como siempre, agradezco a Pedro Pablo Martínez, Pedro Miguel y, por supuesto, a Laura, Laurita Nieto, por su apoyo en el análisis, la revisión, la corrección y la ayuda en la elaboración de este trabajo. Espero que contribuya al debate y que les guste.





