Desde el podio de la Asamblea General de la ONU, el Presidente de Haití, Louis Joachim Gérard G. Degrâce, pintó un panorama desgarrador de su país: una nación sometida al terror de bandas criminales que controlan territorios, siembran violencia y mantienen a la población en un estado de miedo constante.
Con más de 3000 haitianos asesinados, 1500 secuestrados y 200.000 desplazados internos solo en el primer semestre de 2025, el mandatario describió una crisis humanitaria que ha colapsado la economía, el sistema de salud y la educación.
Su intervención fue un urgente llamado a la comunidad internacional para que la Misión de Apoyo a la Seguridad se transforme en una fuerza robusta y efectiva bajo un mandato claro del Capítulo VII de la Carta de la ONU, que permite el uso de la fuerza para restablecer la seguridad.
El presidente Degrâce respaldó enfáticamente la propuesta del Secretario General Guterres, impulsada por Panamá y Estados Unidos, para crear una misión híbrida con un comando unificado, cuya aprobación en el Consejo de Seguridad es inminente.
La estabilidad de Haití es vital para todo el Caribe
Hizo un llamado contundente a la solidaridad regional, recordando que la estabilidad de Haití es vital para todo el Caribe, y urgió a los miembros del Consejo de Seguridad, en particular a los permanentes, a asumir su responsabilidad y apoyar sin dilación la nueva misión robusta.
Pese a la gravedad de la situación, el presidente Degrâce cerró su discurso con un mensaje de esperanza, apelando a la histórica resiliencia del pueblo haitiano.
Su intervención culminó con un emotivo agradecimiento en criollo haitiano, "Mèsi", simbolizando la dignidad y la fe de su pueblo en superar esta página trágica y construir un mañana en paz.
Resumen del discurso
«A solo cuatro horas en avión se está produciendo una tragedia humana, una de las más devastadoras de nuestro hemisferio», subrayó Anthony Franck Laurent Saint Cyr, presidente del Consejo Presidencial de Transición de Haití. «Cada día, vidas inocentes se extinguen por las balas, el fuego y el miedo», desaparecen barrios y más de un millón de personas se ven «obligadas al exilio interno». Miles de niños se han visto privados de educación, cientos de mujeres y niñas han sido violadas y casi la mitad de la población se enfrenta a una grave inseguridad alimentaria Los hospitales son blanco de ataques, los médicos huyen y se pierden vidas por falta de atención médica. «Esta es el rostro de Haití hoy: un país en guerra, un Guernica moderno, una tragedia humana a las puertas de América».
«Haití quiere la paz. Haití espera la paz. Haití tiene derecho a la paz», declaró. Instó a una acción firme, coordinada e inmediata en la guerra de su país contra «los criminales que quieren imponer la violencia como orden social». Exigió una respuesta firme y decidida, y recalcó: «Hoy, la comunidad internacional debe apoyar a Haití y tomar medidas a gran escala, nada de medias tintas». En homenaje a los héroes haitianos y kenianos que han perdido la vida, informó de que, de los 2500 efectivos «inicialmente necesarios y prometidos», solo quedan 1000 miembros de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití (MSS). La Misión , junto con los esfuerzos de Haití, que incluyen un aumento del 40 % en el presupuesto de las fuerzas de seguridad, la contratación de nuevos miembros y la adquisición de más material y equipo, no han sido suficientes para contener la crisis.
«Haití se encuentra en el epicentro de una amenaza regional sin precedentes», advirtió. Si se pierde la batalla en su país, será inútil intentar contenerla en el resto de la región. «Es fundamental movilizar una fuerza sólida con un mandato claro y con los recursos materiales, logísticos y financieros adecuados», afirmó. Deben tenerse en cuenta las lecciones aprendidas por la Misión y las recomendaciones de los expertos haitianos. Pidió una mayor cooperación internacional en el intercambio de información y un control riguroso de las fronteras para frenar el flujo de armas, municiones, y drogas y la financiación de las bandas. Los socios regionales deben garantizar que sus territorios no sirvan de punto de partida o de tránsito para el tráfico.
Tras expresar su apoyo a los esfuerzos por transformar la Misión, instó al Consejo de Seguridad a adoptar una resolución por la que se estableciera una fuerza de represión de las bandas, lo que supondría un «punto de inflexión» en la lucha de Haití contra la inseguridad. Criticó «las interminables conversaciones, las largas negociaciones y el estancamiento causado por consideraciones geopolíticas», y subrayó que «cada día que vacilamos, las bandas criminales se benefician». Asimismo, destacó los esfuerzos del Consejo Presidencial de Transición para celebrar elecciones libres, justas e inclusivas, atender las necesidades humanitarias y fortalecer las instituciones y el espacio cívico, y subrayó que la ayuda inmediata a Haití debe pasar a ser inversiones. Recordó que 2025 marca el bicentenario de la ordenanza que impone a Haití el pago de una indemnización a cambio del reconocimiento de su independencia, y dijo que su país había creado un comité nacional de reparación y restitución. «Francia [...] tiene hoy la oportunidad de escribir un nuevo capítulo en su historia con Haití honrando los ideales de libertad, igualdad y fraternidad que nos unen», afirmó.