Contáctenos Quiénes somos
Noticias |

La pandemia de COVID-19 ha provocado un involuntario auge del teletrabajo para millones de personas. El espectacular crecimiento de esta tendencia hace que los expertos se pregunten si tenemos ante nosotros una revolución que podría repercutir en el futuro inmediato de los trabajadores, o, al menos, en el de aquellas personas cuyo trabajo no requiere estar ligado a una ubicación física concreta.

Para intentar encontrar una respuesta a este interrogante, Noticias ONU habló con Susan Hayter, asesora técnica de la Organización Internacional del Trabajo. La especialidad de Hayler es analizar la evolución futura del trabajo y en la siguiente entrevista nos explica cómo la COVID-19 puede cambiar nuestra vida laboral.

Cuando finalice la crisis, ¿qué efectos a largo plazo prevé que pueda tener la pandemia en el lugar de trabajo de los países desarrollados?

Antes de iniciarse la pandemia ya se hablaba mucho sobre las consecuencias de la tecnología para el futuro del empleo. El mensaje era claro: el futuro del trabajo no está predeterminado, nos corresponde a nosotros moldearlo.

Pero ya que muchos países, empresas y trabajadores optaron por trabajar a distancia para contener la transmisión de la COVID-19, ese futuro ha llegado antes de lo previsto, cambiando radicalmente nuestra forma de trabajar. Las reuniones virtuales se han transformado en algo común y ha aumentado la actividad económica en una amplia gama de plataformas digitales.

Conforme se levantan las restricciones, la pregunta que está en la mente de todos es si esta forma de trabajar se convertirá en la "nueva normalidad". Algunas de las grandes empresas en las economías desarrolladas ya han dicho que lo que era un gran proyecto piloto sin un plan específico, el teletrabajo, se convertirá en la forma habitual de organizar el mercado laboral. La vuelta al trabajo de los empleados no implicará que tengan que desplazarse, a menos que decidan lo contrario.

 

Podría ser motivo de celebración, para la gente y el planeta, pero la idea de que ha llegado el fin de la oficina es ciertamente exagerada. La Organización Internacional del Trabajo estima que el 27% de los trabajadores en los países de altos ingresos podrían teletrabajar desde su casa. Esto no significa necesariamente que seguirán trabajando a distancia.

El interrogante que se nos plantea, para los empleadores y los trabajadores, es cómo adaptar las prácticas de trabajo y aprovechar los beneficios que genera el teletrabajo sin perder el valor social y económico del espacio físico de empleo.

Cuando aplaudimos las innovaciones en la gestión laboral que permitieron la continuidad de las empresas durante la crisis sanitaria, no debemos olvidar que muchas personas han perdido sus empleos o que, debido a los efectos de la pandemia en algunas industrias, muchas empresas han quebrado. Una cuestión clave para las personas que regresen a su lugar de trabajo será la calidad de éste, en concreto los empleos seguros y saludables.