En mi experiencia como periodista y estudioso de la comunicación lo que decimos y cómo lo decimos, cada palabra, y cada gesto debe expresar cercanía, debe existir comunión para que realmente se cumpla el cometido de lo que queremos comunicar.
En este sentido, siempre vale la pena recordar, que la comunicación es la acción de comunicar o comunicarse, se entiende como el proceso por el que se trasmite y recibe una información. Todo ser humano y animal tiene la capacidad de comunicarse con los demás.
El Papa Francisco ha sido uno de los estudiosos de la comunicación que más ha matizado o insistido en la necesidad de promover el poder que tiene la comunicación de crear puentes, de favorecer el encuentro y la inclusión, enriqueciendo de este modo a la sociedad.
En un mundo cada vez más dividido, fragmentado, polarizado, comunicar con responsabilidad y ética, puede contribuir ayudar a la resolución de conflictos, a que se comprenda el valor y trascendencia de la palabra, del diálogo.
La comunicación crea puentes cuando usamos una narrativa creativa, proactiva, libre de prejuicios. Empatizar con el otro es posible. En el mundo de la diplomacia una comunicación efectiva va acompañada de un discurso de cercanía hacia el otro, crea puentes, promueve espacios de diálogo e intercambio. “Generar puentes es esencial para evitar la endogamia comunicacional”, es decir aquella que no convence, que crea egos o algo así como una caja de resonancia. En estos tiempos es muy utilizada por gobiernos para construirse una imagen favorable, pero falsa.
Otro elemento de esa comunicación que crea puentes es la relación entre los seres humanos, “pues nos ayuda a enriquecernos con las ideas, conocimientos e iniciativas de los demás y a su vez también dar las nuestras, generando una retroalimentación constante”.
Los procesos comunicativos están llamados empatizar los diálogos entre las audiencias y la Misión Diplomática a través de mensajes sencillos basados en hechos y datos, usando los canales que tenemos a nuestro alcance como la prensa tradicional y los nuevos medios llamados redes sociales. Esto es lo que se llama Diplomacia Pública, que consiste en la utilización de los medios masivos de comunicación y la cultura, para facilitar el conocimiento de la política exterior, influir en la opinión pública internacional.
Hoy día la Diplomacia Pública no solo ha de servir para hacer incidencia política sobre temas estratégicos propios de los intereses de los Estados. También debe contribuir a la promoción de la cultura de los pueblos.
Es lo que se ha puesto en marcha por ejemplo desde la Embajada de Haití en la República Dominicana. Usando los medios que tiene a su alcance, rescatando el boletín informativo que se editaba, ahora denominado Haití querido, Haití chérie, proponemos presentar al otro Haití con playas paradisiacas como Labadee, con una extraordinaria historia de resistencia contra la esclavitud, uno de los carnavales más importante de la región del Caribe como el que se celebra en la Villa de Jacmel, la contagiosa música haitiana tan variada y contagiosa como el Rara, Konpa, Troubadours, etc. Y qué decir de los laureados intelectuales de la talla de Dany Laferrière, el poeta y ensayista René Depestre, la novelista Edwidge Danticat, Frankétienne, polifacético en su producción intelectual o Lyonel Trouillot, periodista, novelista y poeta, parte fundamental de ese activo cultural que tiene Haití, que individual o colectivo se constituyen en marca país.
La diplomacia moderna hoy tiene a su alcance múltiples medios para lograr promover las políticas de los Estados. En especial los medios informativos emergentes como denominados redes sociales de una extraordinaria penetración en nuestras sociedades. Su consumo no puede estar al margen de las políticas de comunicación de una Misión Diplomática y de la propia Misión.
Aprovechar sus ventajas, facilidades, para promover los activos culturales antemencionados, que, junto con las políticas de cooperación y buena vecindad, crean puentes. De eso se trata la comunicación. La diplomacia también es un lugar de encuentro donde todas y todos estamos llamados a empatizar a través de la música, de la historia, la danza, la lectura, de los monumentos, del diálogo, de la comunicación que crea puentes de fraternidad y solidaridad.
Publicado inicialmente en el Boletín Haití querido de la Embajada de Haití en RD



