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En el marco del encuentro anual entre el FMI y el Banco Mundial tendrá lugar en Bali, Indonesia,  del 8 al 14 de octubre de 2018. La Vía Campesina lanza un potente llamado a la movilización de sus miembros y aliados.

La Vía Campesina llama a sus miembros, movimientos sociales aliados y a organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo para que se reúnan y actúen conjuntamente contra las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial,  instituciones que se reunirán en su encuentro anual de 2018 en Bali, Indonesia, entre el 8 y el 14 de octubre de 2018.

Ambas instituciones se crearon en el año 1944 con el objetivo declarado de reducir la pobreza. Sin embargo, en esencia han actuado según los intereses de sus contribuidores principales y han impuesto una agenda neoliberal que incluye el fundamentalismo de mercado, la privatización y la liberalización en todo el mundo. Conceden sus préstamos bajo condiciones estrictas para abrir los mercados y desmantelar todo tipo de políticas nacionales. Así, han actuado como colonizadores económicos mundiales. En lugar de aliviar la pobreza, tal y como prometían en sus programas, marginan y expulsan a lxs campesinxs de sus tierras. Además, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional son instituciones no democráticas y totalmente desacreditadas, en las que la toma de decisiones según la máxima «un dólar, un voto» margina a los países del sur.

El FMI y su política de salvaguardia se apoyan en la liberalización, la privatización y la desregulación, lo que desemboca en una degradación de la soberanía nacional. Así, el Estado no puede desempeñar sus funciones a la hora de proporcionar justicia económica y bienestar a sus ciudadanxs.

Los sectores más importantes que controlan la vida de muchas personas se trasladan al sector privado, de manera que el mecanismo o los plazos de pago de deuda funcionen sin problemas. Como resultado, se les niega el bienestar a lxs campesinxs, lo que se convierte en la mayor causa de pobreza. Este impacto se deja ver claramente en una ocasión: la firma de la carta de intenciones entre el gobierno de Indonesia y el FMI en 1997 llevó al debilitamiento del BULOG (sistema de almacenamiento público de Indonesia)

 Esto, a su vez, provocó que Indonesia comenzara a importar alimentos en grandes cantidades, especialmente arroz. Así, esta política se corresponde con el Acuerdo sobre agricultura de la OMC, que también busca la liberalización del mercado y de los organismos públicos de mantenimiento. Por tanto, el FMI y la OMC, así como los tratados de libre comercio (TLC), están interconectados en lo que se refiere a impulsar el neoliberalismo.  El FMI continúa promoviendo la liberalización del mercado y la privatización mediante otros foros internacionales en países en vías de desarrollo, aunque ya no queden países que puedan afirmar que el FMI no les afecta. Este es el motivo de que una gran cantidad de personas se movilizaran contra el FMI durante la cumbre del G20 en Argentina en julio de 2018. Poco después, el gobierno argentino recibió una nueva deuda por parte del FMI. Como es bien sabido, Grecia también es actualmente una «víctima» del FMI.

El Banco Mundial, en su papel de institución defensora del desarrollo mundial, ejecuta una serie de megaproyectos infraestructurales cuya intención es aumentar el crecimiento económico.  Estos han llevado a la expropiación desenfrenada de tierras, la criminalización de lxs campesinxs que se resisten, y el desahucio de viviendas de campesinxs en varias partes del mundo, tales como Indonesia, India, Sri Lanka, Bangladesh, Tailandia, Filipinas y Brasil.

Entre los años 2001 y 2010, debido a las inversiones a gran escala del Banco Mundial en el sector primario, se expropiaron por la fuerza alrededor de 203 millones de hectáreas de tierra, sobre todo en países africanos y asiáticos. El Banco Mundial se infiltra en el sector agrario, particularmente, proporcionando un modelo de reforma agraria que se considera que apoya la economía del sector gracias a un proyecto denominado «Programa de Aceleración de la Ejecución de la Política One Map». Esto no es más que una reforma agraria basada en el mercado, que ni enfatiza la distribución justa de la tierra ni garantiza que lxs campesinxs o sus familias la controlen. En vez de eso, solo impulsa la monetización de la tierra, lo que arrebata el control de la tierra a los individuos y, a cambio, facilita que se introduzca capital. Es evidente que el proyecto One Map se ha puesto en marcha a partir del año 2000 en Indonesia y en todos los países en vías de desarrollo: en ellos, el programa solo se ha centrado en repartir títulos de propiedad de tierras sin resolver los conflictos agrarios subyacentes y sin darle la misma importancia al control sobre la tierra. Solo se busca crear un mercado de terrenos para grandes plantaciones, infraestructuras, fábricas, embalses, irrigación, etc.

El Banco Mundial, además, presionó a los países del sur, atrapados en deudas de manera sistemática, para que privatizaran servicios públicos tales como la sanidad, la educación, la gestión de aguas o el sector de gestión de bosques y plantaciones. De esta manera, allanó el camino para que las grandes empresas saquen enormes beneficios. Al mismo tiempo, y debido al cambio climático, se dieron fenómenos meteorológicos extremadamente fuertes que causaron catástrofes naturales, incluyendo inundaciones y sequías muy severas, que agravaron la crisis alimentaria. Los desahucios forzosos, la criminalización de quienes se resisten, los conflictos agrarios, el hambre y la pobreza son terribles consecuencias de la privatización, tanto directa como indirectamente.

Al no frenar esta opresión mediante el desarrollo de las infraestructuras, el Banco Mundial ha expandido sus actividades hasta llegar al campo de la batalla contra el cambio climático. Un ejemplo es el Programa de Inversión Forestal (FIP) del programa de Reducción de las emisiones de la deforestación (REDD, por sus siglas en inglés). El programa es una colecta de fondos del Banco Mundial para proporcionar financiación a países en vías de desarrollo con zonas boscosas. Hasta 2010, los fondos recabados contaban con 577 millones de dólares.  A primera vista, parece que el programa da en el clavo pero, en realidad, surte un efecto negativo en la comunidad, especialmente para lxs campesinxs y la población indígena. El programa legaliza la expropiación forzosa de las tierras de lxs campesinxs poniendo como excusa su conservación, así como las asociaciones con empresas para, así, confiarles la conservación de los bosques. La propia Indonesia recibió en 2016 17,5 millones de dólares estadounidenses procedentes de fondos del programa FIP.

Hay que terminar con esta opresión polifacética del Banco Mundial y del FMI. Animamos a los movimientos sociales y a las organizaciones de la sociedad civil a que salgan a las calles para ofrecer resistencia a este régimen neoliberal y ayudar a construir un mundo alternativo, ¡Un mundo más allá de los Bancos!.¡Hagámonos oír en Bali, del 8 al 14 de octubre de 2018.

Con este llamamiento, como La Vía Campesina esperamos poder movernos todxs juntos y avanzar para demostrar el poder de los pueblos organizados para defender nuestra Soberanía Alimentaria e impulsar la justicia social.