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Economía | Fuente Externa

Los estados y los mercados están de acuerdo en pocas cosas, pero hay algo en los que trabajan con gran armonía y colaboración: apropiándose del tiempo de las mujeres y utilizándolo como un factor de ajuste durante las crisis.

Si evaluamos las medidas desarrolladas para enfrentar el coronavirus en América Latina y el Caribe resulta evidente. 

La pandemia desnuda y muestra de forma diáfana las desigualdades de género y sus implicaciones: la crisis de salud, la crisis de los cuidados y la crisis económica. Estas desigualdades convierten a las mujeres en un agente esencial para la contención, respuesta y recuperación frente a la pandemia. Las políticas y estrategias que se desarrollen deben entender esto tanto para enfrentar la emergencia sanitaria como para transformar las sociedades a futuro.

Crisis de salud

Los países de la región destinan en promedio tan solo un 2.2% del PIB a financiar la salud pública, mientras que la Organización Mundial de la Salud recomienda un 6%. El gasto público por persona es equivalente a tan sólo el 21% de lo que destinan los miembros de la OCDE. Los países latinoamericanos cuentan, por tanto, con aproximadamente la mitad de camas y médicos por cada 10,000 habitantes que los de la OCDE.

El 73% del personal médico de la región está conformado por mujeres que además sufren discriminación salarial ya que los ingresos laborales de las mujeres que trabajan en el ámbito de la salud son un 25% inferiores a los de los hombres del mismo sector . Las mujeres están, por tanto, en la primera línea de batalla y sin los equipos adecuados, siendo expuestas a un altísimo riesgo, ellas y sus familias.

Cuando se mercantiliza un bien público son las mujeres las que cubren con su esfuerzo la incapacidad de pago de millones de personas para garantizarse el derecho a la salud. Según un estudio realizado en México, “se estimó que el valor monetario de los cuidados de salud brindados en el hogar equivalía al 86% del valor de los servicios hospitalarios y que las mujeres aportaban con su trabajo un 72% de ese valor monetario” .

Están siendo las mujeres las que aseguran este bien público en las sociedades latinoamericanas de forma remunerada y no remunerada. Ante la pandemia son fundamentales, las que más riesgos corren y más peso llevan en las espaldas.

Crisis de los cuidados

Las tareas del cuidado son centrales para la sociedad y también para el mercado, pero a menudo, se ignora que toman mucho tiempo y esfuerzo. Las encuestas de uso de tiempo en América Latina y el Caribe muestran que, dependiendo del país, las mujeres asumen del 67% al 86% del trabajo de cuidado no remunerado que asumen los hogares

Gobiernos y empresas olvidan que, pese a que las medidas de higiene y confinamiento son centrales para enfrentar la pandemia, estas aumentan el trabajo del cuidado que realizan las mujeres. Es como si este trabajo no fuese nada, no ocupara tiempo y esfuerzo.

• #QuédateEnCasa Una de las políticas para frenar el contagio ha sido la suspensión de clases en las escuelas de 37 países y departamentos de la región. 113 millones de niñas niños y adolescentes necesitan ahora acompañamiento educativo y de otros tipos durante 24 horas al día. La presencia de niños y niñas menores de 5 años incrementa el tiempo de trabajo no remunerado de las mujeres entre un 20% y un 200%

• #LávateLasManos Parecería una petición muy básica pero, para el 21% de la población urbana latinoamericana que vive en barrios marginales, asentamientos informales o viviendas inadecuadas, no lo es. Un 13,5% de los hogares no cuenta con fuentes de agua mejorada dentro del hogar y en las zonas rurales este porcentaje aumenta hasta un 25%. Según la CEPAL las mujeres que viven en hogares sin acceso a agua potable “dedican al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado entre 5 y 12 horas semanales más que las mujeres que habitan en hogares con agua” Si le unimos las necesidades extras de limpieza doméstica más el constante lavado de manos que implica la lucha contra la pandemia, las horas de dedicadas a la búsqueda de agua y al trabajo doméstico se multiplican.

• #Teletrabajo Este debe convivir de forma simultánea con el resto de trabajos domésticos y del cuidado. Pone en desventaja a las mujeres que, por los roles asignados de género, quedarán atrás en unas metas de productividad dictadas tan solo para unos seres abstractos y masculinos que no tienen a nadie que dependa de ellos.

Los gobiernos de la región han tomado en general medidas para intentar aminorar la crisis sanitaria y económica pero la crisis de los cuidados sigue siendo ignorada. No se han aplicado en general medidas para ayudar a distribuirlo o aminorarlo a través de respuestas colectivas, por lo que se sobrecargan las espaldas femeninas que son las que deben acatar las consecuencias de la pandemia y sus crisis, invisibilizadas, infravaloradas y sin apoyos de políticas y medidas colectivas.

Crisis económica

El impacto en la vida de las personas que tendrá la contracción económica viene marcado por la reducción del empleo. Un 52% de las mujeres están ocupadas en sectores precarios desde el punto de vista de salarios, formalidad, protección social o estabilidad en el empleo. Este tipo de trabajadoras serán las primeras en no ser renovadas ante la suspensión de actividades en muchas empresas y son las que de forma más directa sufrirán la crisis por no tener, en su mayoría, acceso al subsidio por enfermedad, a seguro de desempleo, o a otras protecciones esenciales.  

El confinamiento y la crisis de cuidados afecta fuertemente a las trabajadoras domésticas que representan en América Latina y el Caribe el 11% del empleo femenino. . En la actualidad la mayoría no tienen derechos laborales, están al margen de la seguridad social, no tienen horario y no se les paga horas extra, no se les paga vacaciones, ni licencia por enfermedad, ni cesantía. La situación de confinamiento las somete, por un lado, a la incertidumbre sobre si se les seguirá pagando durante la suspensión de actividades o por el contrario a ser obligadas a seguir trabajando exponiéndose al contagio y la sobrecarga de actividades durante las medidas de aislamiento.

Las medidas de protección a los salarios de las trabajadoras domésticas y su formalización, la protección del trabajo informal a través de los espacios de asociación, el aseguramiento de ingresos mínimos a estos colectivos, la adecuación de las metas de productividad laboral para las personas a cargo de dependientes, son retos que no pueden olvidarse para enfrentar la crisis económica y su feminización.

¿Por qué si las mujeres son centrales en la lucha contra la epidemia y uno de los colectivos que más sufrirán sus crisis, ni los estados ni las empresas las toman en cuenta? Ya está bueno de ser un factor de ajuste.

Por Rosa Cañete Alonso 

Fuente https://aticanete.lamula.pe/2020/05/15/el-tiempo-de-las-mujeres-y-el-covid/rosacanete/