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El Papa Francisco pronunció un extenso discurso en el encuentro con los movimientos populares reunidos en en Santa Cruz de la Sierra, durante su visita a Bolivia y pidió "humildemente perdón" ... (las cursivas indican las palabras que improvisó el Santo Padre):
La visita de una misión de la Organización de Estados Americanos (OEA) debe ser aprovechada para empezar a revertir la generalizada condena internacional originada por la desnacionalización que afectó a decenas de miles de descendientes de haitianos nacidos en el país y para justificar el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros.
Vayamos al grano: Aunque Haití es parte de la comunidad iberoamericana, ni a la OEA ni a los Estados Unidos, les corresponde resolver los gravísimos problemas de la hermana nación.
La relación entre Haití y República Dominicana desde la macro-política y su manejo mediático tiene matices distintos a la mirada a la población desde el micro-espacio y la convivencia cotidiana.
Durante los últimos meses, la República Dominicana ha tenido ocasiones mortificantes, en que se ha visto en la soledad y asediada por organismos internacionales, comunicadores y personajes de prestancia diplomática e influencia internacional.
Internet, el sistema nervioso electrónico del planeta, ha cambiado la sociedad humana. Ha transformado profundamente la manera en que vivimos nuestras vidas y ha sido un importante nivelador al permitir que la gente se conecte, publique y comparta a escala mundial.
El gobierno dominicano respondió hoy las acusaciones que le hiciera el gobierno haitiano ante la OEA. A continuación el discurso completo del embajador de República Dominicana ante la OEA, Pedro Vergés.
Dominicanos y haitianos seguimos muy de cerca la aplicación de la ley de regularización de los ciudadanos del vecino país que habitan en nuestro territorio. Organismos internacionales están atentos a dicho complejo y tortuoso proceso. Los pueblos de ambas naciones se ven sometidos a una fuerte carga emocional negativa por parte de gente que busca sacar partida de tan penosa y dolorosa situación.
No existe alguno, la más mínima afirmación, indicio o insinuación de algún Estado u organismo internacional que permita afirmar con seriedad que la soberanía del Estado dominicano está en peligro.
Primero: en Haití hay más de 10 millones de habitantes, la mayoría pobrísima. Muchos se fueron o quieren irse de su país, pero nadie los quiere en el mundo por ser muy pobres y muy negros. Por décadas, el Gobierno Dominicano permitió y fomentó la migración de haitianos indocumentados para explotar esa mano de obra barata en la agricultura, la construcción, y luego en el turismo.
Pese a la instalación de gobiernos democráticos en ambos lados de la isla con la llegada al poder de Jean Bertrand Aristide en 1991, las crisis bilaterales, mayormente vinculadas a la problemática migratoria, han sido cíclicas.
1.- ¿Por qué no podemos los dominicanos hacer un alto en el debate de sordos en que hemos convertido los problemas de la nacionalidad y de la agobiante inmigración de haitianos para retomar el diálogo y el esfuerzo por establecer cuáles cosas nos unen y cuáles nos dividen?
Vivo en una comunidad rural; en Don Pedro, para más señas. Aún no sé si Don Pedro pertenece al municipio de Santiago de los Caballeros, Tamboril o Licey al Medio. Es una zona interface, como anotan los urbanistas en sus diseños técnicos.