La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) hace balance de un año en el que los conflictos y los desastres climáticos han provocado que casi 123 millones de personas hayan tenido que dejar sus hogares.
Incluso para los estándares de los últimos años, el 2024 ha sido un año de agitación en el que han estallado nuevos conflictos, se agudizaron las crisis existentes y se multiplicaron los desastres provocados por el clima. Como resultado, el número de personas obligadas a huir de sus hogares por conflictos y persecuciones alcanzó casi los 123 millones a finales de junio. Una cifra que, sin duda, ha aumentado aún más con la escalada del conflicto en Oriente Próximo y los cientos de miles de personas que siguen huyendo de la violencia en Sudán, Ucrania, la República Democrática del Congo y otros lugares del mundo.
Mientras aumentan los nuevos desplazamientos, millones de personas se encuentran atrapadas en situaciones de exilio prolongado, sin poder regresar a sus hogares de forma segura y sin la posibilidad de reconstruir sus vidas en los sitios a los que han huido. Se necesitan soluciones urgentes, no solo para poner fin a los conflictos, sino también para que los refugiados y otros desplazados forzosos tengan la oportunidad de contribuir a sus nuevas comunidades.
Conflicto en Sudán
La guerra y el derramamiento de sangre en Sudán han continuado sin tregua, causando un sufrimiento inimaginable y provocando un éxodo que ahora se considera una de las mayores crisis de desplazamiento a nivel mundial, incluso mientras el mundo miraba en gran medida hacia otro lado. Desde el estallido de los enfrentamientos en abril de 2023, más de 12 millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares. Esto incluye a más de tres millones de personas que han huido a países vecinos y 8,4 millones de personas desplazadas dentro de Sudán.
El conflicto ha tenido un impacto devastador en la seguridad alimentaria, y ahora más de la mitad de la población se enfrenta al hambre aguda. Las personas llegan una situación desesperada a los países vecinos, como Chad, Sudán del Sur y Egipto, donde los servicios nacionales de salud, educación y asistencia social están al borde del colapso, y los fondos de la comunidad internacional son insuficientes para cubrir las necesidades.
La temporada de lluvias empeoró las ya terribles condiciones en los campamentos superpoblados tanto dentro de Sudán como en Chad y Sudán del Sur, donde las inundaciones generalizadas contribuyeron a brotes de cólera y malaria. En 2025, si los esfuerzos de paz fracasan y la guerra continúa, se proyecta que el número de personas obligadas a huir superará los 16 millones, una cifra que desafiaría los esfuerzos por satisfacer incluso las necesidades humanitarias más básicas.
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